|12|Triste

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#DIEZ#

Bloqueé mi celular después de comentarle a Seven. Sus palabras esta vez me dieron una punzada en el pecho que me hizo dar cuenta de que le estaba insistiendo demasiado en hacer algo que ella no quería.

Yo quería que ella me amara, pero ella ni siquiera quería conocerme. Y eso está bien, no puedo culparla.

-Hola -Me saludó Camila apenas llegó-, ¿Cómo te fue con la chica?

-Pues bien, o sea... -Le di una sonrisa algo ladeada y puse mi mirada presumida de siempre-, Tú sabes que a mi nadie se me resiste.

-Este si eres tú -Me respondió dando aplausos-, Estaba siendo molesto verte triste todas las mañanas.

-¿Te gusta más que no me quede callado ni siquiera un segundo en toda la clase?

Camila me sonrió son cierta inocencia, y ya luego la profesora de matemáticas entró en el salón. Dio los buenas días y nos dejó resolviendo unos ejercicios del libro mientras que ella revisaba nuestras pruebas.

Creo que miré el celular dos veces cada un minuto, porque aún mantenía la pequeña esperanza de que seven se interesase en mi y me respondiera los mensajes. Pero no.

Golpearon a la puerta, y Gina entró al salón pidiendo permiso. Claro, si Gina era la persona más educada del mundo. Venía entrando con Marla ya que ambas son del curso paralelo al nuestro y le pidieron autorización a la profesora Emily para hacer un enunciado.

-Buenos días -Dijo Marla sonriéndonos a todos-, Como ya saben, cada año los cuartos medios están encargados de organizar la fiesta de bienvenida. Y por ende, tenemos que ponernos de acuerdo para elegir la temática de la fiesta, distribuir los quehaceres y poner una cuota para llevarlo a cabo.

Todos en el salón comenzaron a hablar a la misma vez así que la profesora se puso de pie para poder restaurar el orden. Miré a Marla directamente a los ojos, dándome cuenta de que se sentía incómoda estando frente a todos. Cuando Marla me devolvió la mirada, me sonrió. Fue algo raro, aunque quizás era mera cortesía.

-Eso es todo -Finalizó Gina y empujó a Marla fuera del salón, a lo que esta última le dio un tirón algo enojada. A Marla no le simpatizaba Gina. Bueno, a nadie le simpatizaba Gina.

-¿Qué onda con Marla? -Me preguntó Cami-, Se estaban mirando mucho.

-Camila, deja de emparejarme con cada mujer que se mueva.

Terminé de resolver los ejercicios y me retiré del salón sigilosamente y sin pedir permiso. Bajo las escaleras había un pequeño espacio que ningún inspector revisaba y que era el lugar que yo más frecuentemente visitaba. Me quedé ahí unas dos horas, y al parecer nadie estaba extrañando mi compañía.

Se siente muy raro tener agregados a más de quinientas personas como mis amigas y amigos, y que en los momentos en que no me ven no se acuerden de mí. ¿Entienden ese sentimiento? Tengo mis fotos en redes sociales con veinte comentarios, cada vez que llego a clases todos empiezan a saludarme y a darme la mano. Cuando estamos jugando cualquier cosa, siempre me eligen a mi de los primeros. Pero cuando estoy solo, cuando estoy realmente solo, nadie está.

Aunque claro, podría considerar a Camila como mi amiga, ella se dio cuenta de que no estaba siendo yo mismo. Ella me notó...

-Hola -Dijo alguien. No pude ver quien era porque desde mi pequeño espacio bajo las escaleras solo podía ver la parte baja de sus piernas-, ¿Estás solo?

-Siempre lo estoy -Reconocí y luego me puse a reír-, ¿Quién eres?

-¿No reconoces mi voz? Wow, y yo que pensé que éramos mejores amigos.

Yo Te ConozcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora