|53|Soltar

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#DIEZ#

Me quedé boquiabierto cuando la puerta fue abierta, y es que Oliver, le había declarado su amor a mi Gina. Confesó haber estado enamorado de ella a lo largo de estos años, igual que yo. Ocultó su amor y la trató mal, igual que yo. Oliver era tan perfecto y tan bueno, que me sentí en una horrible desventaja.

¿Por qué lo elegiría a él y no a mí? Quizás por el mero hecho de que él si sabía lo que ella necesitaba. No permitió que ella le dijera que lo quería, porque sabía que antes de querer a alguien, tenía que quererse a sí misma.

¿Y yo? Yo era un total egoísta. Solo la quería para mí, siempre la quise para mí. Pero nunca me detuve a pensar en lo que ella quería, en lo que ella sentía.

Y si la analizo justo ahora, con los hombros decaídos, sus ojos llorosos y la voz temblorosa, solo puedo pensar en cuanta razón tiene Oliver, y la enorme diferencia entre él y yo.

Él quería su felicidad antes de cualquier cosa, quería que Gina se aprendiera a querer, y no le importaba verla conmigo si ella estaba feliz con eso. Y yo, en cambio, solo me había preocupado de lo mucho que la necesitaba en mi vida y de lo bien que me hacía, pero nunca de ella.

Oliver nos dio una última mirada, y siguió su camino lejos de nosotros. Me dificultó mirar a Gina, porque me sentí un completo tonto, superando mis anteriores récords.

-¿Cómo te ha ido? -Me preguntó. Su voz aún temblaba, y quería evitar lo más posible una conversación acerca de los sentimientos de quien decía ser su mejor amigo.

-Tenemos que hablar -Intenté sonreírle, pero fue tan falso que dejé de hacerlo.

-¿Es por Oliver?

-Es por todo.

Esta mañana había tenido la primera audiencia en el tribunal para presentar las pruebas en contra de mi madre, y ella igual se presentó. Intenté ser valiente al hablar, y evite su mirada lo mejor que pude, sin entrar en pánico.

Eres valiente, Rusher.

-Hablé con mi madre hoy -Bajé la mirada al mencionarla, su sola existencia me hacía débil.

-No sigas diciéndole madre a esa mujer -Gina sonrió, pero seguía incomoda.

-Ella... -Intenté decir, pero no sabía exactamente cómo-, Lo siento tanto -Cubrí mi rostro, sintiéndome inútil.

-Tranquilo, Rusher -Tomó mi cara entre sus manos-, Ella no va a hacerte daño.

-Te lo ha hecho a ti -Tomé aire, y mantuve mi mirada fija en mis manos-, Ella fue a tu casa el día en que tu abuela fue estrangulada. Quería hablar con tu madre pero...

-¿Qué estás diciendo? -Sus manos dejaron de tocarme, y entonces la miré.

-Hoy me quiso amenazar para que retirara la denuncia, y me dijo que si no lo hacía, entonces volvería a ir a tu casa y esta vez te mataría a ti como tenía planeado en un principio.

Aquel día, había querido ir a hacerle daño a Gina, para que así ella y su madre se alejaran de nosotros, pero al encontrarse solo con la abuela de Gina, no tuvo piedad alguna.

-Mi abuela... -Sus palabras eran cada vez más temblorosas-, Oh, demonios, ella quería matarme a mí y mi abuela...

-Ella la mató cuando intervino en su camino -Me sentía culpable, porque después de todo, seguía siendo el hijo de aquella mujer.

-Pero... No entiendo. ¿Y mi madre?

-Tu madre llegó demasiado tarde, y Samanta -Sí, Samanta-, le dijo que se fuera, porque sabía que le echarían la culpa de lo que había pasado, teniendo presente sus antecedentes.

Yo Te ConozcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora