|48|Desaparición

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#SEVEN#

Viernes 18 de abril (tarde), siete años atrás.

-Nos vamos, Gina -Dijo mamá mientras echaba toda su ropa en una maleta-, ¡No te quedes viéndome!

-¿A dónde iremos, mami?

-Tú te irás con la abuela -Caminó por el cuarto que compartíamos con su actual pareja-, Arregla tus cosas, ¡rápido!

Le hice caso sin hacer otra objeción. Intenté ser rápida tal cual me lo había pedido, y eché todo a mi mochila sin darme tiempo de doblar nada.

Teníamos todo listo, cuando la puerta del departamento fue abierta de una patada y Gaspar entró a la casa. Mamá se había escondido dentro del baño con rapidez y me pidió guardar silencio, pero yo sin saber por qué, me quedé quieta mirando a su pareja.

-¿Dónde está tu madre? -Preguntó y se acercó hasta mí. Su aliento olía a alcohol, y me subió sobre la cama para poder hablar a la misma altura. Ante mi silencio, fue a cerrar la puerta y volvió a mí con una sonrisa-, ¿Estamos solos?

Acarició mi mejilla hasta tocar mis labios. Sentí escalofríos, pero me quedé quieta como siempre me pedía, de otro modo, se desquitaba con mi madre.

-Hay tantas cosas que podríamos hacer estando a solas -Deslizó sus manos por mi cabello, sonrió aún más, y luego se sentó poniéndome sobre sus piernas-, ¿Lo quieres, Gina? -Llevó su mano a mi cuello y lo empezó a apretar gradualmente-, ¡Responde!

Estaba mirando a sus ojos, cuando escuché una botella ser golpeada contra su cráneo, y posterior a eso, él cayó sobre la cama y yo me puse de pie. Había sangre sobre su nuca, y mi madre tenía una mirada horrorizada.

-Mamá -La llamé pero ella aún permanecía inmóvil-, Mamá, ¿qué pasó? ¿Gaspar está...?

-Tenemos que irnos, Gina -Me tomó de la mano, limpiando las lagrimas sobre su cara, y empezamos a correr.

Ese día, después de llegar a la casa de la abuela, mi madre se fue. Sin darme explicaciones ni decir nada más que un simple adiós.

Viernes 18 de abril; presente.

El hombre frente a mi estaría rondando los cuarenta. Su cabello era canoso y rizado. Su piel tenía la misma tonalidad morena que la mía. En porte me superaba, pero sus rasgos eran parecidos. La nariz fina y respingada, los ojos café y chiquitos, y los labios igual de rosados. Y la expresión en nuestro rostro era exactamente la misma.

Después de diecisiete largos años sin tener el menor indicio de quien era mi padre, aparece frente a mí diciéndome que me ha estado buscando durante mucho tiempo.

Caminé hasta él ignorando los gritos y quejas de mi madre. Iba a tomar la mano de aquel hombre, porque necesitaba sentirlo por primera vez, pero mi madre alcanzó a tomarme antes y me tiró hacia atrás.

-Papá -Dijo Rusher tembloroso-, ¿qué está pasando?

-¡Tú cállate! -Gritó su madre, y llena de rabia, tomó a el hombre de la mano y lo llevó hacia atrás.

Miré a Rusher reprimiendo correr hacia él. Lagrimas corrían por su cara, pero aún así no lograba reaccionar. Estaba boquiabierto, y con sus ojos fijos en el suelo.

¿Rusher era mi hermano? No. ¡No podía ser cierto! Después de todo lo que habíamos pasado, él no podía serlo. Yo estaba enamorada de él y él de mí. ¡Esto era una jodida broma!

Yo Te ConozcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora