|35|Mentiras

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#SEVEN#

Querida pequitas.

La cinta roja en tu cabeza te hace ver más bonita, y te lo digo yo, que me siento adelante tuyo y he estado dado vuelta toda la clase mirándote, o mejor dicho, admirándote.

Eres perfecta, que nadie nunca te diga lo contrario.

Te quiero... -Rusher.

Mentiroso, eso es lo que Rusher era. Un gran mentiroso.

Y no se le ha quitado en lo más mínimo.

Había pasado una semana en la cual seguía recibiendo esos apuntes anónimos, con la materia actualizada. Y durante una maldita semana, Rusher me lo había negado.

Lo vi pasar a la biblioteca, así que lo observe de lejos. Pasaron unos pocos minutos, hasta que por fin salió. Venía con unas hojas nuevas en las manos. Las miró de reojo, y luego caminó hasta el segundo piso. Se metió al pasillo de los casilleros, y se detuvo justo frente al mío. Miró a ambos lados para asegurarse de que nadie lo estuviera viendo, y después echó las hojas por el pequeño orificio que había.

-¡Alto ahí, mentiroso!

Rusher se giró a verme pegando un salto por el susto repentino que le había provocado.

-Te he pillado con las manos en la masa. ¿Seguirás negándolo ahora?

-No me molestes, Gina.

-No te quiero molestar, cabeza hueca -Me acerqué a él y tiré de su cabello hacia mí.

-¿¿Qué estás haciendo?!

-Te estoy amenazando -Con la poca fuerza que tenía, logré dejarlo pegado a los casilleros, y para lucir más ruda, puse mi antebrazo contra su pecho-, ¿Por qué lo haces?

-¿Crees que me siento amenazado? -Soltó una risa nerviosa, y yo me acerqué a él aún más-, Vale, sí, me siento amenazado.

-¿Por qué lo haces? -Volví a preguntar.

-No me creerías si te lo dijera -Sus palabras chocaban en mi cara con la cercanía que teníamos en ese momento.

-¿Quién te lo ha pedido?

-Nadie, Gina, nadie. Solo sé que necesitabas ayuda. Es mi trato de paz para llevarnos bien.

-No te necesito en lo absoluto -Lo apreté aún más-, Y no creo en tus tratos de paz.

-Bueno, entonces te diré la verdad.

Intentó zafarse de la presión que yo ejercía sobre su pecho, pero como yo estaba enojada, lo presioné aún más.

-Estoy enamorado de ti -Soltó casi sin aire. Sus ojos oscuros se dilataron, y eso me hizo estremecer.

-No juegues así.

-Yo nunca he jugado contigo -Una sonrisa se posicionó en su cara y de pronto, una pequeña risilla se le escapó-, Sé que estás al borde de quedarte repitiendo, y no puedo permitir que eso ocurra.

-Ahora con mayor razón sé que me estás mintiendo -Empujé su cuerpo contra el casillero y luego retrocedí dos pasos-, Porque lo único que haces, es jugar conmigo.

Me di la vuelta y empecé a caminar a paso apresurado hacia el comedor. No iba a tomar en serio las palabras de Rusher, porque él siempre hacía lo mismo conmigo. Y ya estaba cansada de creer que podría ser diferente.

-¡Pequitas! -Escuché sus pasos corriendo y pronto me tomó de la mano para detenerme-, Lo siento.

-Rusher, eres un tonto.

Yo Te ConozcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora