|23|Detalles

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#SEVEN#

El camino hacia mi casa fue todo una tortura. De hecho, ni siquiera quería llegar. Lo único que hubiera querido en ese momento era haberme quedado con diez por más tiempo. Que él me haya acompañado a casa del brazo y que me haya dado en beso en la mejilla diciéndome que nos veríamos mañana.

Pero, las cosas bonitas solo pasan en nuestra cabeza.

-¿Por qué tan tarde? -Preguntó Edgar, mi primo.

-Me he tenido que quedar a limpiar el lugar, y ya te lo había dicho.

-Sí, pero habíamos acordado que llegarías aquí como máximo a las una.

-Se me ha pasado el tiempo.

Mejor dicho, he perdido el tiempo con un idiota. Pero mejor no pensaba en él porque comenzaría a dolerme la cabeza al pensar en todos los problemas que me había causado.

Subí a mi cuarto que estaba desordenado como siempre. Digamos que me ocupo de ordenar toda la casa, pero nunca me ocupo de mis desastres.

Encendí mi celular después de haber pasado toda una semana sin él. Lo desbloquee e intenté ver si todo estaba en orden. Una parte de mí sentía miedo de que Diez me haya revisado algo, y otra parte estaba tranquila en su lugar porque confiaba en ese chico risueño con el que me tomé de las manos.

Abrí mi perfil en instagram, y fui al buscador colocando el nombre de @123teconozco. Solo tenía cinco publicaciones, apuntando a paisajes oscuros y en los cuales siempre había más de alguna persona. Sus seguidores eran escasos pero a él parecía no importarle.

Es más, me daba la impresión de que se había creado ese usuario solamente para hablarme.

¿Sería un chico tímido? ¿Acaso le daba vergüenza expresarse dando la cara?

Empecé a seguirlo, y poco después me encontré viendo hasta el más mínimo detalle en sus palabras y comentarios.

¿Cómo alguien podía causar todo este revoltijo dentro de mí cuando apenas habíamos compartido una noche? ¡y ni siquiera eso! ¡apenas fueron unos minutos!

¿Qué me has hecho, diez? Ni siquiera puedo dejar de pensar en ti.

¿Él estaría pensando en mí también?

De pronto, una notificación llegó a mi celular. Estaba ansiando que fuera diez, pero hasta el momento él seguía sin conectarse.

Amori: Hola;)

Gina: ...

Amori: Mañana tenemos partido a las nueve de la mañana, ¿puedes avisarle al resto de las chicas?

Gina: ¿Por qué no lo haces tú?

Amori: Porque prefería enviarte un mensaje a ti. Bueno, ya sabes, para así ahorrarme haciéndolo con las otras.

Gina: Creo que será mejor que les avises tú.

Amori: ¿Irás mañana?

Gina: No lo creo, tengo cosas que hacer.

Amori volvió a enviar un mensaje pero decidí ignorarlo para seguir mirando el perfil de diez.

Y de pronto se me ocurrió una idea... ¿y si diez tiene un perfil personal? ¿Y si yo lo sigo? Digo, no era tan difícil. Ahora sabía que su color de piel era claro, y que debía medir un metro setenta aproximadamente. Era delgado, y tenía una sonrisa muy bonita... O sea, era como la gran mayoría en el colegio. Solo podía descartar a los morenos, y a los de baja estatura.

-¡Gina! -Escuché gritar desde la pieza de al lado-, ¡La abuela quiere ir al baño!

Resoplé y me levanté del suelo. Me miré al espejo aún con mi disfraz de súper Mario puesto y me puse a reír recordando a diez.

-¡Gina!

-¡Ya voy!

Me quité la gorra y me subí las mangas para poder ir donde la abuela. Ella dormía en el mismo cuarto de Edgar, solo porque este lo había preferido así.

Edgar era un buen primo. Tenía diez años más que yo, y había estado viviendo con la abuela desde sus ocho años, que fue cuando sus padres habían venido a dejarlo con la abuela fingiendo que se irían a comprar algo y volverían, pero en realidad solo fue para poder abandonarlo, pues nunca regresaron por él. Pero Edgar, pese a tal hazaña, ha podido salir adelante. Terminó sus estudios sin repetir nada, y con ayuda del abuelo logró conseguir un trabajo como agrícola a las afueras de la ciudad. Yo llegué a vivir aquí cuando él ya tenía veinte años, para ese entonces se había ido a vivir en otro lugar, pero tras la muerte del abuelo decidió volver.

Así que ahora él se preocupaba de traer el dinero a la casa y yo me ocupaba de mantener todo en orden.

Mis tiempos libres los ocupaba para jugar fútbol y divagar en Internet. Nunca fui buena para estudiar, de hecho mis notas son bastante malas y siempre paso de curso estando al limite de no hacerlo.

Creo que con todo lo vivido, le he perdido el interés a las cosas que me hacen grande.

Llevé a la abuela al baño y le ayudé a hacer sus necesidades. Ella estaba cerca de cumplir ochenta años, y con el fallecimiento del abuelo, los doctores han dicho que ha entrado en un cuadro depresivo. Es por eso que ahora se muestra débil, duerme tres cuartos del día y no habla más que para pedirnos ayuda en las cosas que ya la superan.

Así que esa era mi vida, algo agotadora y melancólica, pero con dos personas a las cuales quiero. Y les aseguro que si alguien me concediera un deseo, yo no desearía otra vida, solo desearía que mi primo deje de sufrir por sus padres y que la abuela vuelva a sonreír como antes.

Porque la felicidad, al fin de cuentas, está en las cosas pequeñas.

. .
Gina ha compartido un poco de ella para todos ustedes. Y poco a poco seguiremos conociendo sus sentimientos y ocupaciones.
¿Les agrada?

Yo Te ConozcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora