La Fiesta (Parte 1)

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Lo peor de caer, es cuando lo haces desde arriba.

Steve mentiría si dijeron que no era inseguro.

Lo era, moría por dentro cada vez que alguien lo miraba como un error.

Su más grande sueño, era encontrar a la persona indicada que lo amará sin importar su físico o lo que pudiera tener.

Era valiente, perseverante y decidido.

Pero nadie parecía ver eso.

Ahora, estaba encerrado en su humilde casa con los inseguridades ahogandolo.

Y es que todo había sido una broma para humillarlo frente a todo el Instituto.

No quería darle importancia, pero realmente habían calado fuerte en su persona.

La decepción y la tristeza hacían mella en él.

No quería sentirse así.

"Idiota" Se recriminó "Nadie se fijaría en ti".

Bucky llegó a su casa, trato de animarlo y de sacarlo de ahí.

Sam por igual lo intento, pero ninguno de los dos pudo.

—¿Cómo está? —Pregunto su pelirroja amiga, mientras lo veía con pena.

—Mal. —James apenas y podía sostener la ira—. Esos hijos de pu...

—Calmate Bucky. —Natasha le dirigió una ultima mirada al rubio—. Ya sé.

Sin decir más, salió de la casa.

Al poco rato, cuando la Luna se estaba posicionando en lo más alto, la mujer de nuevo apareció con trajes en mano y vistiendo un hermoso vestido.

—Vamos chicos. —Los dos estaban renuentes a irse, pero la mirada amenazadora de Romanoff los intimidó.

Steve se quedó solo en su pequeño cuarto.

Unos pasos interrumpieron el silencio, haciendo que levantara la mirada.

—¿Steve Rogers? —Un hermoso castaño lo miraba fijamente.

El rubio se levantó en seguido.

Tony Stark estaba ahí, vestido de gala y con su mejor sonrisa.

—Buenas noches. —Carraspeo ante la sorpresa.

El genio soltó una pequeña carcajada.

Era tan tierno como lo imagino.

—Hola. —Camino seguro hasta quedar en frente del más bajo—. Entonces... ¿Nos vamos?

Rogers parpadeo varias veces... Tenía que ser una broma.

Ante la falta de respuesta del otro, Anthony lo tomó de la mano y lo dirigió a su pequeño armario.

—Puedo cambiarte si es lo que quieres. —Sugirió el castaño, sacando de su ensoñación al joven de ojos azules.

Con prisa, un sonrojado Steve se puso uno de sus trajes.

Era sencillo pero lo suficiente decente.

A Stark le daba igual.

A él sólo le interesaba ir a esa fiesta y restregarles en la cara que Steve era mucho mejor que ellos... Restregarle a Sharon que Steve era suyo.

Porque si... Su amor platónico, no era nadie más, que ese rubio de hermosos ojos.

Natasha fue la encargada de contarle maravillas del rubio, que con el tiempo, se fueron convitiendo en las características de su pareja ideal.

Esta era su oportunidad.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora