La Fiesta (Parte Final)

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Natasha era prácticamente escoltada hacia la habitación del castaño.

Rodó los ojos ante la exageración.

Cuando estuvo enfrente de la puerta, está se abrió mostrando a un castaño de sonrisa encantadora.

—Pueden retirarse.

—¿Idea tuya? 

—De Howard. —La invitó a pasar.

Ambos se conocían desde la secundaria, pero ya sea por la sobre protección del Stark mayor, Tony jamás pudo ir a toda las reuniones que la pelirroja organizaba.

—¿A qué debo tu visita?

—Steve Rogers.

Esas simples palabras captaron la atención del joven.

Jamás lo había visto en persona, pero sentía que lo conocía perfectamente gracias a cierta mujer de cabellos colorados.

Era asombroso que su ilusión venga de palabras y anécdotas de Romanoff.

—¿Rogers?

—¿Quieres conocerlo? —Tony se contuvo de sonreír emocionado.

¿Qué si quería conocerlo? Claro que por supuesto que si.

Quería conocer a esa persona que se había robado su corazón sin proponérselo.

Quería hablar con él las mil y un cosas que Natasha se había encargado de narrarle.

Quería saciar esa curiosidad que lo estaba carcomiendo.

—¿A qué hora nos vamos?  —Si tenia que escapar de su padre lo haría.

—Pero antes, tienes que vestir elegante, atractivo, hermoso. —La sonrisa de la pelirroja significaba una cosa: venganza.

—Esto se está poniendo raro...

—En el camino te cuento.

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Tony sabia perfectamente por lo que había pasado su rubio.

Y es por ello, que aquí es cuando agradecía todo la fama que se cargaba.

Todos en el lugar los miraban con asombro, incrédulos, incluso algunos se tallaban los ojos.

Tomó con fuerza la mano de Steve.

Éste brinco ante el toque, pero término regresandolo.

Estaba que no cabía de la felicidad.

Steve era mucho mejor de lo que imagino.

—Stark...

—Tony. —El castaño le guiño un ojo—. Soy tu cita, sin formalidades.

Rogers sonrió ante sus palabras.

Ambos se pasearon por el salón, enfrente de Sharon y su grupo de descerebrados.

Estaban muriendo de la envidia.

"Tomate esa niña presumida".

Cuando estaban por bailar, Steve se negó ante su inexperiencia, sin embargo, Tony insistió.

La noche término en pisotónes, risas y miradas coquetas.

—¿Estás satisfecho?

El rubio sonrió contento y asintió.

—Claro, he bailado con el mismísimo Tony Stark. —El joven de ojos azules tomó la mano del castaño y siguieron caminando muy pegados el uno del otro.

Stark pensó en sus siguiente palabras.

¡Al diablo!

Qué pasará lo que tuviera que pasar.

—Y tal vez, en un futuro, puedes ser el novio del mismísimo Tony Stark.

Rogers paro en seco ante el beso que sintió en la mejilla.

—Pero eso si, Rogers. —El genio lo miro sugerente—. Primero invitame un café.

Ambos tenían mucho que agradecerle a Natasha.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora