Netflix

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Las mordidas en su cuerpo empezaban a arder mientras sentía como su pareja entraba y salía.

Sentía que todo le daba vueltas en el lugar... No sabía si era por el calor, la excitación o las sensaciones en su cuerpo.

Y es que, Tony odiaba las mentiras, de verdad las detestaba.

Aunque, podía hacer excepciones.

—¡Ah! ¡Carajo! —Steve beso sus hombros, al mismo tiempo en que metía su pene de nuevo.

Las ganas de gritar eran tentadoras, pero no le daría el gusto, el muy maldito no se lo merecía.

—Dios, Tony... —El delgado hombre encima suyo, comenzó a besar su espalda.

Aun le daba gracia lo que todos decían de su "inocente" y "puro" novio.

Lo cierto era, que Rogers adoraba joderlo, y que mejor manera de hacerlo que inventando cualquier excusa para tenerlo mordiendo la almohada.

—Steve... ¡Agh! —Una mordida en su cuello lo desarmó completamente.

Adoraba cuando su Stevie olvidaba el "gracias" y "por favor".

Rogers seguía penetrando al castaño.

Aun no entendía como es que ese hombre lo había elegido.

Se había hecho adicto a tenerlo bajo su cuerpo, por qué, podía ser delgado y bajo, pero las ganas de enterrarse en su cuerpo podían más que su condición física.

Además sus pulmones no eran tan débiles, si aguantaba los ejercicios impuestos por el Director Fury, esto era pan comido.

—Steve.... No se... —El rubio seguía embistiendo al genio— ¡Mmm! Supone que...Veríamos ¡Ah!... Netflix... —Lo único que salía de su boca, eran balbuceos.

—¿Quieres qué lo saque? —La voz ronca del joven estremeció al castaño, sobre todo por qué empezó a lamer su oreja.

—Mmmm, no... Pero... ¡Agh! No me mientas... A la otra... —Tony definitivamente podía perdonar esa mentira blanca.

Con fuerza, logró voltear la situación. Está vez era él quien montaba al rubio.

—¡Ah! ¡Tony! —Stark atacó el cuello de Steve mientras seguía moviendo las caderas encima de la pelvis de su pareja.

Aun siendo jodido por ese hombre, no dejaba de considerarlo tierno.

Subió hasta llegar a su cara y juguetonamente le dio una mordida en la mejilla derecha, para después besarlo.

Adoraba invadir su boca por completo.

Las manos de Rogers se aferraron a sus glúteos. Su novio tenía cierto fetiche por sus nalgas.

—Te amo. —Confesó Anthony, mientras bajaba los besos y lamia su delgado pecho.

Rogers estaba gimiendo en alto.

Le encantaba saber que a Tony no le importaba su físico.

Sin más, aumentó la velocidad de sus estocadas, al momento de tomar las caderas del moreno y moverlas a su antojo.

Si, definitivamente Tony podía perdonarle esa pequeña mentira y las demás que vendrían como excusa para hacerle el amor.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora