Reconquista (Parte 2)

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Tony podía tomar algunos días de su vida y clasificarlos del mejor al peor.

El primero y sin dudarlo; seria el haber conocido a Steve Rogers, el amor de su vida.

Ese merecía ser el primero, por qué fue el momento en que inició todo esto, fue donde se dio cuenta que él podía enamorarse hasta los huesos como un idiota.

El segundo y sin pensarlo; sería cuando su pequeña nació.

Esa niña era su adoración, era lo mejor en el mundo y era el motor de su vida.

El tercero y sin cuestionarlo; seria cuando su mocosa dijo su primera palabra.

Un torpe "Papá" y sintió que haría lo que fuera por ella, si quería el mundo, él se lo daría sin cuestionar.

De ahí, la lista iba decayendo.

El cuarto, un error; la primera discusión con su Steve.

Sentía una gran brecha entre ellos, la comunicación no estaba siendo suficiente y la distancia lo carcomía por dentro.

El quinto, las consecuencias; el divorcio.

Si lo pensaba, no tuvo opción.

Se armó en valor, las cosas ya no funcionaban y si querían lograr una buena convivencia por Morgan, tenían que separarse.

El rostro de Steve le mostró lo devastado que estaba, pero ni aún así, retrocedió.

El sexto, el efecto; su hija con lágrimas en los ojos diciéndole que extrañaba a su papá.

Él también lo hacía.

Extraña ver la forma tan ridícula que Rogers utilizaba para que su pequeña comiera las verduras.

Entrañaba acariciar los cabellos rubios y besar sus labios mientras él le susurraba  cuanto lo amaba, el estar en sus brazos y sentirse protegido.

Lo extrañaba tanto.

—Te vez muy bien, Tony.

El castaño trató de ignorar los ojos suplicantes de Steve y lo jodidamente bien que se veía con esa ropa.

—Gracias. —Contestó lo más cortante que pudo.

Morgan reía mientras corría al rededor de su papá.

—Creí que vendrías el fin de semana. —Dijo, mirando a otro lado—. Según lo que dijo el juez.

—Bueno...

—Papi ¿Puede quedarse a comer? ¿Puede? —Los ojos suplicantes de su hija casi lo hacen caer.

—No, Morgan tu papá...

—Me gustaría. —Dijo Steve interrumpiendolo.

Su hija gritó y él lo miro con seriedad.

—Rogers...

—Vine a verte. —Aclaró el rubio.

Tony para distraerse cargo a su hija para entretenerse en otra cosa que no fuera su ex esposo.

—¿Sucede algo? —Preguntó sin ver los ojos azules.

—Te extraño.

Directo... Rogers estaba destrozando sus defensas.

—Morgan, cariño, ve a dentro. —La niña lo miro con un puchero—. Iremos en un momento.

Sin más, la castaña sonrió y corrió al interior de la casa.

—Tony...

—¿Qué pretendes? —Anthony lo miro con la mandíbula tensa—. Tú y yo ya no somos...

—Y es por eso que estoy aquí. —El hombre de ojos azules se acercó a él.

Trató de retroceder, pero el soldado lo tomó de la cintura.

Su calor lo mareo y por un momento estuvo tentando a besarlo, a devorar esos malditos labios.

—Sueltame.

Sus ojos oscuros se alinearon con los claros.

Steve le sonrió con ese gesto pícaro y seductor que sabía lo derretía.

Cuando estuvo por volver a reclamar; Steve lo beso.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora