Virgen

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Tony estaba preocupado por Steve.

Hace una semana se había enfermado, y aunque para muchos una gripe no era nada, pero Rogers si.

Era delgado, bajo, rubio y de ojos azules.

Para la mayoría de la institución, era un tipo carente de encantos, para Tony, era el chico más hermoso y tierno que había conocido.

Estaba enamorado de él.

De su forma tan anticuada de portarse, por su caballerosidad, por su pensamientos madura y su actuar tan dulce.

Era un hombre que se valió por lo grande de su corazón.

—Claro, cariño, está en su habitación. —Sarah lo recibió con una gran sonrisa—. Iré por algunas cosas, si se les ofrece u ocurre algo, pueden llamarme.

—Gracias, señora. —Una sonrisa tierna por parte de la rubia le dejó una sensación cálida.

Esa mujer era un pan de Dios.

Viéndose solo, decidió subir a la recámara de Steve.

Pensó en todas la veces que Steve le confeso estar enamorado de alguien, pero que éste jamás le haría caso.

Quería golpearlo por rechazar a tan perfecto chico.

Cuando estaba por tocar, frunció el ceño ante los jadeos detrás de la puerta.

Sigilosamente, empujó la madera.

Steve se masturbaba con los ojos cerrados, dejando escapar pequeño gemidos.

Anthony trago saliva.

—¡Mmmm! ¡Agh! ¡Tony!... —El castaño se paralizó al escuchar su nombre.

El rubio seguía balbuceando.

Tony sonrió con picardía y quiso carcajearse por el pensamiento tan estúpido que tuvo; se debía una paliza así mismo.

—Me siento halagado, Rogers.

El pequeño chico paró en seco.

Lo miro con los ojos sorprendidos, trató de subirse los pantalones y de ser posible, desaparecer de ahí.

—T... Tony...

El chico no contestó, sólo camino hasta la cama de Steve.

Con ojos lascivos, tomó la erección del chico y la masajeo.

Éste jadeo y dejó que su cabeza cayera hacia atrás.

Su manzana de Adán fue expuesta y Anthony trago.

Perezosamente, subió al cuello de Rogers y lo beso, al mismo tiempo que continuaba masturbando al chico.

—Tu problema, Steve... —Mordía la piel blanca—, es no pedir las cosas.

—Tony... ¡Ah!

El castaño se subió en el chico.

Saco su pantalón con su ropa interior y con ello su pene ya erecto.

Junto ambos y los masajeo, complaciendolos.

Beso los labios de Rogers como tanto había soñado y se dejó llevar.

Sin saber cómo, término debajo del delgado cuerpo.

—¿Estás seguro de esto?

—Tan seguro de que me gustas. —Le sonrió sinceramente en medio de toda esa bruma—. Me encantas, Steve.

Un beso hambriento fue su contestación.

Su mano fue remplazada por otra, que bombeo la zona.

—Tony, yo... —El rubio le mordió el labios.

Stark se dio la vuelta y se ofreció sin más.

—Sólo ten cuidado.

El chico de ojos azules, preparó la entrada anal del castaño, mientras besaba toda la espalda y quitaba las prendas.

Cuando estuvo lo suficiente abierto, dejó que su pene entrará.

Lo hizo despacio, esperando que se acostumbrara. Anthony sólo se retorcida debajo de él.

Las estocadas comenzaron, siendo suaves.

—¡Más!... ¡Maldición, Steve!

Rogers entraba y salió del interior de Tony, aumentando de poco en poco la velocidad.

El sonido de sus pieles era morboso y pegajoso.

Sentían cerca el orgasmo.

—¡Steve! —El genio enterró la cabeza en la almohada y el más bajo se abrazo con fuerza a su cuerpo.

Ambos terminaron sudando y jadeando ruidosamente.

—... Me gustas, Tony.

El castaño se dio la vuelta y empujó a su pareja.

—Que bueno que lo mencionas. —Hizo que sus glúteos rozarán con la pelvis del otro—. Porque aún no hemos terminado.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora