Escúchame

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Lo hizo como una salida.

Tony jamás podría expresar en persona lo mal que estaba, ante la sociedad.

No cuando había dado una imagen de tenerlo todo y ser feliz por ello.

Lo publico sin pensarlo y antes de arrepentirse; escribió todo lo que no podía decir, se desahogo y no espero comentarios de ánimo, simplemente quería sacar eso que tanto se callaba.

Un mensaje llegó y en el, un tipo se ofrecía como un oyente de sus problemas.

Al principio desconfío, pero después se dijo que nada perdía, ya todo le daba igual.

Empezaron con pláticas comunes, se conocieron y sin darse cuanta, las risas y las lágrimas se colaban por la línea.

—Steve... ¿Puedo contarte algo?

—Claro que si, Tony. Te escuchó. —La voz del otro lado parecía ser música para el castaño.

—... Mi madre adora a Justin Hammer. —Comento mientras sentía su cuerpo temblar—, él es algo así como un pretendiente. —El silencio al otro lado de la línea lo ánimo a continuar—. Mis padres están encantados con él, pero...

—¿Pero?

—Él trató de sobrepasarse.

Escucho como el otro chico murmuraba algo, pero no lo entendió.

—¿Te hizo algo? ¿Te defendiste?

—Claro, aunque, fue aterrador. —El castaño sonrió—. Supongo que se fue bastante enojado por el moreton en el ojo.

—Tienes que denunciarlo, Tony.

—Pero mi mamá...

—Que tu mamá tenga una buena imagen de él, no va sobre tu seguridad. —Argumentó Steve.

Tony lo pensó. Tal vez tenía razón.

—Estoy preocupado por ti. —Dijo finalmente el muchacho por el teléfono.

Anthony sintió su corazón latir desbocado.

Era estúpido, pero era la primera vez que se lo decían.

Después de hacer la denuncia correspondiente y de hablar con sus padres, las cosas fueron marchando bien, sin embargo, los problemas no terminaron.

Stark tenía una vida difícil por ser una figura publica.

Steve escuchó sus problemas una y otra ves, y jamás se lo reprochó o se burló.

Estuvo para él, en todo momento.

—Quiero conocerte.

—... ¿De verdad? —La voz del joven se escuchaba insegura.

—¿Tú no quieres?

—Si, si quiero, pero... No soy alguien que agrade a la vista. —Argumentó.

—Eso es imposible Steve. —Tony realmente ignoraba ese hecho, nada haría cambiar lo que ya sentía.

Se pusieron de acuerdo.

Acordaron una hora y un lugar.

El castaño estaba nervioso; de camino al lugar, se vio más de 20 veces en el retrovisor.

Cuando llegó, un hombre de cabellos rubios y hermosos ojos azules lo esperaba con un ramo de rosas.

Su respiración se alteró de la emoción.

—¿Steve?

El hombre de baja estatura y complexión delgada lo miro.

—¿Tony?

Era la misma voz.

Con alegría, no hizo otra cosa más que encerrar el cuerpo contrario en un abrazo.

—Eres hermoso. —Halago el chico de cabellos claros.

Tony le sonrió y como respuesta, le dio un beso en la mejilla.

Ese día fue el mejor de toda su vida.

Había conocido al amor de su vida.

Un año de relación paso en un suspiro.

Steve le había pedido matrimonio después de pensarlo mucho.

—¡Si! —El genio se lanzó a los brazos de su ahora prometido y lo beso con todo el amor que sentía.

Steve Rogers, era lo mejor que le había pasado.

—Te amo, Tony.

—No más que yo, Steve.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora