Tatuajes

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—Señor Stark, con todo respeto, debería vigilar a sus enemigos.

—¿Tú crees?

Justin Hammer carraspeo ante la mirada castaña.

—Por supuesto. —Aseguró aflojando el nudo de la corbata—. Puede ser atacado en cualquier momento.

Tony miro por la gran ventana del edificio. La luces de la ciudad contrastaban con la oscuridad de la Oficina.

—No lo creo. —Sus pupilas se dirigieron al nervioso hombre.

Éste trataba de pintar una imagen despreocupada, pero el temblor en sus manos lo delataba.

—Hydra está en todos lados... Muchos de los magnates han sido estafados y dejados en la ruina. —Comentó Hammer—. En el mejor de los casos, claro.

Anthony sonrió al escuchar el nombre de la famosa organización.

—¿Por qué no simplemente me dice que quieres mi autorización para manejar mis empresas y después quitarme lo que me pertenece?

Justin apretó la mandíbula.

Sonrió con rabia... Tony siempre iba un paso adelante.

—Las industrias Stark tienen un gran potencial... Y tú sólo las utilizas para facilitar la vida a esos mediocres. —El sujeto saco la arma que tenía escondida—. Podríamos gobernar a Hydra.

—No necesita seguir tus planes para hacerlo.

La sonrisa ególatra del genio, sólo logró que Hammer se molestara más.

Quito el seguro del arma y apuntó al cráneo.

Pensó en que sería una lastima no tener al genio de su lado, pero si tenía que deshacerse de él, lo haría.

Un disparo se escucho.

Justin cayó al suelo, tocándose el hombro con dolor.

—Tú limpiaras mi Oficina. —Reclamó Stark.

Un hombre de físico atractivo, cabellos rubios, ojos azules y barba, le sonrió con petulancia, al mismo tiempo que salía desde las sombras.

—Siempre he limpiado el desastre que dejo. —Sin darle importancia al hombre que se torcida en el suelo, camino hacia el castaño— ¿Olvidas quien lava las sábanas todas las mañanas?

—Cállate. —El genio fue besado fieramente por su esposo—. Que sexy te ves hoy, cariño.

—Estaba trabajando.

—¡Carajo! —Justin trataba de tomar el arma que salió volando de su mano, pero un nuevo disparo lo hizo retroceder— ¡Tú!

—Señor Hammer, fue un gusto hacer negocios con usted, pero no dejaré que toque lo que es mío. —Steve le apuntó sin miramientos.

—¿Así es como ganas tu fama, Stark? ¿Siendo parte de Hydra? —El tipo se tocaba el hombro herido, mientras escupía veneno por la boca—. Eres un maldito mentiroso...

—Yo no estoy metido en Hydra, mi esposo lo está. —Tony no le dio importancia, él sólo le sonreía coqueto al rubio.

Un nuevo disparo, calló definitivamente al ex socio del castaño.

Rogers tomó los muslos de su pareja y lo subió al escritorio.

Beso su cuello y mordió dejando pequeñas marcas rojizas.

—Vamos a casa... —Ronroneo el millonario—, quiero lamer cada uno de esos tatuajes...

Steve sonrió torcidamente.

Cumpliendo la orden de su esposo, lo tomó en brazos y salió del edificio.

En la entrada, Barnes se mantenía serio.

Un asentamiento por parte del Capitán y varios hombres de Hydra entraron a limpiar la escena del crimen.

Tony fue besado una vez más por el líder de la Organización.

Sediento, hambriento, deseoso de poseerlo.

Cada uno trabajaba para un bando diferente, pero ninguno se entrometía en el camino del otro.

Así era su relación.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora