Ejercicio (3490)

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Jadeo al mismo tiempo que sentía su garganta quemar.

Odiaba... Odiaba correr.

—Vamos Toni. —Steve la miraba con una sonrisa divertida... El muy maldito.

—Ya no puedo... Déjame aquí, continua sin mí. —La castaña aspiro con más fuerza.

Ser la novia de Steve Rogers era, por poco, lo mejor que le había pasado en la vida. Era un hombre fuera de este mundo y era suyo.

Su pareja, su rubio, su Capitán.

—Cariño, aún nos faltan algunos metros. —El soldado se puso enfrente de ella—. Dijiste que querías bajar de peso.

—¿Me estás llamando gorda?

—Sabes perfectamente que jamás lo haría. —Rogers beso su frente—. Tu físico no me importa.

Toni no reclamó, sabía que Steve sería incapaz de insultar a una dama, más si dicha dama era el amor de su vida –A la genio le encantaba proclamarse de esa manera, total, su rubio jamás se lo negaba, al contrario, lo afirmaba–.

—Te odio.

—Yo te amo. —Ugh, Steve era perfecto.

Cuando llegaron a la torre, Toni no podía respirar.

Su novio era terrible, horrible, siniestro.

—Te haré el desayuno.

—¿Y comer lechuga con rábanos? Olvídalo. —La mujer se encaminó al refrigerador y saco sus deliciosas donas.

Estaba tan cerca de probar su manjar, pero la mano de Steve fue un impedimento.

—Steeeeve

—Es muy temprano para dulce.

Toni lo amaba, lo amaba mucho pero eso era demasiado.

Lo reto con la mirada y rápidamente le dio una mordida a la dona.

Rogers abrió los ojos con sorpresa y después frunció el ceño.

—Toni, no... —Pero Stark era una genio, una de las mentes más grandes del mundo.

Así que lo beso.

Y cómo era de esperar, el rubio dejó la pelea a un lado por corresponder la caricia.

La castaño sonrió triunfal... Qué equivocada estaba.

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—Una más. —Steve miraba que la posición estuviera correcta

Toni rodó los ojos.

—¿Estás seguro que no lo haces para verme el trasero? —Habia hecho tres series de sentadillas de 40 repeticiones—. Porque no me molestaría si esa fuera la razón.

—Amor, no necesito ponerte hacer sentadillas. —Steve le acarició el glúteo derecho—. O bueno, tal vez no siempre.

Le encantaba lo atrevido que podía ser.

Al terminar, Toni siguió el mismo camino de siempre; la cocina, la alacena, su caja de donas.

Una mano tosca las agarro primero y las puso lejos de su alcance.

—Rogers. —La mujer puso las manos en su cintura.

—Hagamos algo. —Steve le sonrió—. 20 multi saltos y te entrego la caja.

La chica lo pensó.

Bien, mientras le entregará sus donas...

Regresaron al gimnasio y Toni comenzó.

Steve está vez se dio el lujo de detallar el cuerpo de su novia.

Sus curvas eran sensuales, sexys... No entendía el afán por bajar más.

Era perfecta.

—Vamos Toni, puedes hacerlo.

La castaña sentía sus piernas temblar, no había sido buena idea.

La última ni siquiera fue un brinco, pero Rogers no dijo nada, simplemente la beso y le entrego la caja.

—¿Zanahorias? —Stark miró al hombre— ¿En serio?

Steve sonrió avergonzado.

—Lo siento, pero... Ya comiste demasiadas. —Mucha azúcar era mala para la salud—. Tal vez la próxima semana.

Toni dejó caer la caja e hizo un puchero.

Odiaba a Steve Rogers... Lo odiaba.

—Terminamos.

Indignada se fue lo más rápido de ahí.

Claro que no terminaría con él, después de todo, era la trigésima vez que terminaba con Steve "momentáneamente" esa semana.

Pero aún así, la cara de espanto del rubio valía oro.

Era justo que él también sufriera.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora