Castigo

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Necesitaba escapar.

—¿Qué haces? —Clint miraba extrañado al genio, quien no dejaba de dar vueltas, tal vez planeando una mudanza en menos de 15 minutos.

Tony ni siquiera se molestó en verlo, estaba más ocupado pensando en una salida rápida.

El sonido del elevador sonó, Tony tembló, Clint simplemente lo ignoró.

El Capitán América se mostró serio y molestó en cuanto las puertas se abrieron; Natasha y Bucky venían con él.

La pelirroja con una sonrisa pícara y James con una mirada divertida.

—Tengo que salir de aquí. —Anthony se dirigió a su taller—. Jarvis "Papá molesto"

—"Puertas del taller cerradas, señor".

El castaño respiro por unos segundos, hasta que las puertas se abrieron.

Steve levantó una ceja, con una cara de "¿En serio?"

—¡Jarvis!

—"Lo lamento, señor".

Tony trató de fingir calma, aunque ciertamente eso es lo que le faltaba.

—Tengo una buena explicación.

—Te escucho. —Rogers se cruzó de brazos y no apartó la mirada de su esposo.

—Estaban en peligro, tú estabas del otro lado del mundo con Nat y Barnes, no llegarías a tiempo, Bruce y Thor no están con nosotros y Clint es un inútil. —Dijo de manera rápida.

—Estas embarazado Tony, tienes cuatro meses y te pusiste en peligro. —La mirada de Rogers era dura—. Lo pusiste en peligro.

—Es también mi hijo Rogers, claro que estaba protegido. —Y no mentía, la zona de su vientre contaba con un escudo integrado en su armadura.

El soldado seguía con los brazos cruzados.

—No lo pasaré por alto.

Tony no pudo no excitarse. Rogers se veía tan caliente.

—Steve...

—A la habitación, Anthony.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Stark.

Dudando, se dirigió a la habitación de ambos.

Cuando entro, tembló por anticipación, sabía lo que venía. El Capitán se sentó en la cama y golpeó sus muslos suavemente dándole una orden muda.

Quería que se pusiera ahí.

Tragó saliva, corto la distancia, y con cuidado, se acostó en la piernas del soldado y dejó su trasero al aire.

Las manos toscas del rubio quitaron su pantalón y el boxer, dejando sus glúteos al desnudo.

—¿Sabes? Me encanta castigarte. —La primera nalgada hizo eco en la habitación.

Tony jadeo.

Steve acarició la zona, mirando como la piel comenzaba a tomar un tono rojizo.

La segunda palmada llegó.

Tony sintió su entrada contraerse; tenía unas malditas ganas porque lo jodiera.

—Anthony... —El soldado dio la tercera nalgada y está vez el genio dejó salir un gemido.

Sus glúteos estaban rojos, las manos del rubio se veían marcadas.

Una última y fuerte palmada dejó a Tony con los sesos derretidos.

—Steve... —La erección de Stark gritaba atención.

Rogers paró al genio y lo beso hambriento, devorando cada centímetro de su boca, degustando la humedad de sus labios.

—Te amo Tony... Y me preocupa la seguridad de ambos. —El rubio llevo sus manos a las nalgas del castaño y las separó exhibiendo su entrada.

Metió sus dedos comprobando que Tony lo recibiera sin daño de por medio.

Anthony jadeo y dejó que su cabeza cayera hacia atrás, dándole acceso al Capitán.

Lento, dejó al castaño en la cama, le abrió las piernas y comenzó a lamer su pene erecto.

Tony estaba sensible, muy sensible, el toque de Steve lo derretía.

—¡Ahhh! ¡Steve! —Con la camiseta aún puesta, el soldado pellizco sus pezones

Se arqueo ante la sensación sofocante de placer.

Miró la manera en que Rogers degustando su falo... Dios, ese hombre iba a matarlo.

—¡Steve! —Tomó los cabellos del soldado, buscando terminar, pero éste se negó y saco la erección de su boca, dejando a Tony frustrado.

—Aun no. —El rubio sonrió con coquetería. Subió por su cuerpo, con el uniforme puesto y dejó que su pene, aún atrapado en la ropa, se restregara con el de su esposo—. Te ves tan sexy.

Con cariño, acarició el vientre de su esposo, a penas y se notaba un ligero abultamiento.

No sabía por qué, pero eso lo excitaba.

—Mmmm Steve...

El hombre se quitó la parte de arriba, bajó el pantalón lo suficiente para que su pene se mostrará orgulloso y lo penetró.

Lento, suave, buscando no dañarlo.

Las paredes de Tony lo apresaron enseguida, sacándole un gruñido.

—¡Anthony!

—¡Si! ¡Steve! —El genio se aferró a los hombros de su pareja y beso su cuello, mordiendo suavemente la manzana de Adán.

Rogers comenzó a moverse dentro del cuerpo de su castaño.

Anthony jadeaba en el oído del rubio.

Ambos eran una maraña de sudor y caricias.

Steve entraba hasta el fondo y lo sacaba casi todo, para hundirse de nuevo.

Tony rasguñaba la espalda de su marido. Amaba cuando se mostraba salvaje.

—¡Joder! —Steve beso la frente del genio, sin dejar el ritmo impuesto.

Tony sentía el nudo en su vientre; iba a terminar.

Aspiró con más fuerza, sus músculos se tensaron y sintió su entrada aferrarse al pene del Capitán.

Rogers gruñó ante la fuerte presión en su falo.

Ambos se corrieron abundantes, desesperados, gritando el nombre del otro.

Steve uso sus brazos para ver a Tony, satisfecho en la cama.

—Me arde el trasero. —Sonrio travieso el castaño.

El rubio volvió a besar la frente de su esposo y se acostó a un lado de él, abrazándolo.

—Era parte de la lección.

—Con lecciones como esas ¿Me pides que no me meta en problemas? —Anthony se dejó rodear.

—Tony...

—Bien, ya entendí, cero peleas mientras tenga al bebé.

El soldado acarició el vientre de su pareja.

Los amaba.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora