Pasta Dental

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Howard podía hacer cosas extrañas cuando estaba desesperado.

Y está, era una de ellas.

—Señor Stark, es un honor para nosotros que financiara nuestro producto. —Un hombre de edad madura, con rastros de canas, le dio la mano—. Aunque sinceramente pensé que no le interesaría.

—Tengo una razón para hacerlo. —Howard no dio más detalles.

Cuando la junta termino, el millonario se fue a su hogar.

Al fin obtendría la verdad.

El día transcurrió normal; él en su despacho, María fuera de casa, seguramente organizando una comida de la que él no sabía pero que terminaría pagando y Tony en su habitación con el celular.

Howard no dejaba de darle vueltas al asunto.

Despacio, se paseó en la casa hasta llegar al baño.

Mirando por todos lados, cambio la pasta de dientes.

—No me falles, invertí mucho dinero en ti. —Se estaba volviendo loco, eso era seguro.

La noche cayó, la cena se llevó a cabo.

El Stark no le quitaba la mirada de encima a su hijo.

—¿Por qué me ves tanto? —Tony lo miro con desagrado.

—Sólo pensaba en citar a la señorita Potts. —Mintió Howard.

—Ya te dije que no me interesa. —El castaño se levantó mal humorado—. Peppers es sólo mi amiga.

Ninguno de sus padres insistió más.

Eso extrañó al pequeño genio.

—¿No dirán algo más?

—Tesoro, esta noche queremos cenar sin peleas. —María le sonrio—. Siéntate.

Tony obedeció. Algo no estaba bien.

Al terminar de comer, cada uno se dirigió a dormir.

Pero como si de un ritual se tratara, Anthony fue a bañarse y después a lavarse los dientes.

—¿Es nueva? —El castaño miró la nueva pasta. El modelo era agradable.

Se encogió de hombros y continuó con su tarea.

Todo iba normal, hasta que noto como sus dientes se volvían... ¿Azules?

—¡Mamá!

María y Howard corrieron hasta donde su hijo había gritado.

—¡Tony! ¿Estás bien?

La mujer cubrió su boca tratando de no reír. Su hijo tenía la boca azul.

—¿Qué demonios es esto?

—¡Lo sabía! —Howard festejo en su lugar— ¡Eres gay!

Tony se quedó congelado.

—¿Qué?

—La pasta no miente Anthony. —El millonario seguía festejando—. No me puedes engañar.

Su madre comenzó a reír mineras Howard gritaba en victoria.

Tony trataba de lavarse la boca. Maldita pasta, debió leer las instrucciones.

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—Tony...

—Vamos Steve, es una pasta especial. —El castaño sonrió travieso—. Mi padre puso dinero en esto.

—Yo... Gracias Tony. —El rubio tomó el producto.

En la noche, cuando fuera a dormirse, la usaría.

Tenía una presentación llamativa.

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Tony miraba sonriente el celular.

—¿Qué pasa cariño? —María lo miro extrañada.

—Mmmmm nada en especial. —El castaño le mostró el mensaje—. Pronto tendrás un yerno.

Steve: "Tony, tengo la boca azul ¿Es normal?"

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora