Acoso

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Si había algo que aterraba a Steve Rogers, era la atención que una mujer le podía dar.

Reconocía que la primera vez, se sintió halagado, muy halagado, pues él no había sido un sujeto al que verían dos veces. 

Era delgado, por no decir escuálido, débil, y bajo. Un espagueti, como solía decirle Bucky.

Tiempo después, por cuestiones personales, puso empeño en mejorar su estado y condición físico.

Ese fue su gran error.

Ahora todas las miradas eran para él.

No era pretencioso, no era presumido ni mucho menos egocéntrico, pero así eran las cosas.

Hace una semana, una mujer le dio una nalgada, invadió su espacio personal y le dijo que le marcara. Decir que estaba asustado, era poco.

Se sintió ultrajado y en cierta forma utilizado.

Hace tres días una chica se le acercó, no con una buena intención o por accidente; Steve fue consciente de como la mano de la señorita le acarició el pecho. De arriba a abajo y de regreso.

Jamás pensó sentirse como un pedazo de carne.

El día de ayer, una chica lo persiguió en su carrera matutina.

Debía admitir que su resistencia era monstruosa.

Cuando al fin paró, está mujer se inclinó enfrente de él con toda la intención de que le viera él trasero.  Él por supuesto no lo hizo.

Al ver que su "Estrategia" no había funcionado, le mando un beso al aire y se mordió él labio en coquetería.

Steve podría calificar ese momento, como el más incómodo.

El día de hoy, su vecina, Sharon Carter, le apuntó su número de celular en la mano con plumón en una distracción del chico.

Pudo a verla quitado de un empujón, pero él era un caballero y no haría eso, nunca.

En su vida golpearía a una mujer.

—Llámame.

Steve sonrió incómodo mientras se alejaba del lugar y entraba a su departamento.

Ya se sentía lo bastante acosado para salir de ahí.

Un toque a su puerta lo alertó.

Rogaba por que no fuera la chica de la lavandería, la última vez le había robado un boxer.

Ni él entendía como lo hizo.

—Te extrañe. —El rubio soltó un suspiro de alivio en cuanto vio a su pareja.

Éste le sonrió coqueto.

Rogers sonrió cuando su castaño se levantó en puntitas y lo beso castamente.

—Tony. —Con fuerza, abrazo al genio—. También te extrañe como no tienes idea.

—¿Sucede algo? —Stark lo miro preocupado—. Te notó tenso.

Steve lo hizo pasar y le contó lo sucedido. Sabía que su novio era terriblemente celoso, pero si no lo hacía, explotaría de todo el estrés que eso le generaba.

Para su sorpresa, el castaño sólo se aferró a su cuerpo y lo reconfortó.

Estuvieron dándose mimos por horas y besándose con amor.

Rogers se sentía afortunado de tenerlo.

No cambiaría a Tony por nadie.

—Yo tengo la solución a tu problema. —Comentó el genio mientras peinada sus rubios cabellos.

—¿De verdad?

—Claro, soy Tony Stark. —El más alto sonrió ante las palabras de su pareja— ¿Quieres saberlo?

—Por supuesto.

—Hay que casarnos.

El hombre de ojos azules se levantó sorprendido.

El castaño lo vio con seriedad.

—Eso... Tony... —Steve tomó el rostro de su pareja—. Dime que no es broma.

—Ninguna broma. —El castaño bajo la mirada ante la insistente de su novio. No hace 2 días, Steve le había propuesto matrimonio, él por los nervios, no contestó; esa era su oportunidad—. Quiero casarme contigo.

Rogers no pudo estar más feliz.

Olvido él acoso que sufría y sólo se dedicó a besar a su genio.

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Al día siguiente, siguió su rutina.

Salió a correr como todas las mañanas.

Su sorpresa, no fue encontrarse con la mujer que lo persiguió hace dos días, más bien, fue cuando ésta no lo hizo, al contrario, corrió lejos cuando lo vió.

Extrañado, se dirigió al centro del parque para hacer su rutina de ejercicio.

Las chicas en especial, parecían evitarlo.

Fue extraño, pero sorprendentemente liberador.

Sin saber la razón –realmente sin importarle–, se fue al café de siempre para poder comprar las donas de su castaño.

Todas las personas a su lado apuntaban a arriba.

Por inercia, él miro hacía esa dirección.

—...Tony... —Fue lo único que dijo, al ver una foto de los dos, gigantesca, con algo que decía "Felizmente comprometido".

Sonrió con alegría a pesar de todo.

Su celular vibró. Sabía de quién se trataba.

—¿Te gustó? —La voz de Tony era burlona.

—Sales bien en la foto.

—Siempre salgo bien. —Aclaró—. También hice un anuncio en la mañana. Nadie va ha acercarse a ti, mi amor... No si no quieren tener al terrible Tony Stark como enemigo.

Steve se carcajeó ante la incrédula mirada de todos a su alrededor.

Amaba a ese hombre.

—Te amo, Tiny.

—No más que yo, Stiff.

Una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora