CAPITULO 54

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Richard se despertó con la desvaneciente imagen de un martillo golpeándole la cabeza.
Todo su cuerpo estaba herido, y por un momento se quedó quieto, temeroso del dolor que aquel movimiento pudiera traer. Los recuerdos regresaron lentamente: la oscuridad inquietante en la cabaña, el no encontrar a sus amigos, a Erick sumergido en la oscuridad...

Sus ojos se abrieron. Casi había esperado despertar en mitad de la cocina de la cabaña, tirado en el suelo. Pero no fué así. En su lugar se encontró tumbado sobre un suelo frío y duro. Lo primero que vió fué el papel de la pared, que no era tan malo. Un poco anticuado, pero nada mal.
Parpadeó varias veces, centrándose en las rayas que rompían el patrón floral. Le tomó unos segundos darse cuenta de que esas rayas eran, de hecho, rejas. Se encontraba en una jaula.
Rápidamente se dió la vuelta y se puso en pie, comprobando lo alto que era la jaula.
-¿Hola? Habló en voz alta, creando un inmenso eco que retumbaban por las paredes de piedra. ¿Hay alguien ahí? ¿Erick? ¿Joel?
Su respuesta fué un silencio total, siendo interrumpido por el golpeteo de una gotera contra el suelo de piedra.
Diferentes emociones luchaban por el dominio de su mente y su corazón; confusión, curiosidad, pánico, miedo... pero lo que las unía a todas ellas era la oscura sensación de completa desesperanza, como si el mundo hubiese acabado para él. Quería salir corriendo y esconderse de todo. Pero en ese momento lo único que podía hacer era sentarse en una esquina y rezar para que el resto de sus amigos estuvieran bien.

⭐⭐⭐

Joel había estado encerrado en el dormitorio desde la semana pasada. En los primeros días desde que le habían secuestrado, no había sido capaz de dormir. Se había puesto cinco mantas encima, pero no era capaz de entrar en calor. Yacía despierto temblando e imaginando todas las cosas malas que Alonso les estaría haciendo a sus amigos.
Cada cinco horas, Alex entraba en el dormitorio y le lanzaba una bandeja de comida al suelo, como si fuese un perro callejero.

En ese momento, Joel se encontraba tumbado en su cama, con los ojos cerrados e intentando conciliar el sueño. Al menos, cuando estaba dormido podía salir de aquel lugar y sentirse bien.
Pero cuando por fin lo estaba logrando, el sonido de la puerta abriéndose hizó que volviera a la realidad.
-Joel. Susurró una voz a su lado. Joel, soy yo. Soy yo, Erick.
Sus párpados se abrieron ampliamente y sus miradas se encontraron. Estaba mirando a Erick, quien estaba de rodillas sobre su cama. Llevaba un abrigo largo de lana oscura, abotonado hasta la garganta. Sus ojos estaban rojos e hinchados, y como si pudiera ver a través de ellos, vió a Erick... su Erick.

Su corazón pareció detenerse por un momento, sin poder respirar.
-Por favor. Murmuró Erick, lleno de desesperación. Por favor, créeme.
Y le creyó.
-¿Cómo...?
-Joel, shh. No podemos hablar ahora, me tengo que ir.
(Joel le agarró de la manga, sintiendo a Erick estremecerse)
-No me dejes.
Él dejó caer la cabeza por un momento. Cuando le miró de nuevo, sus ojos estaban húmedos.
-Espera unos minutos después de que yo me vaya. Susurró. Luego escabúllete y sube a mi habitación. Alonso no puede saber que estamos juntos, no está noche.
Tras decir eso, el menor retrocedió hasta la puerta y salió del dormitorio en silencio.

Tras pasar cinco minutos, Joel abrió la puerta un poquito. Alex se había ido, a dormir seguramente y Alonso no había vuelto a casa desde la mañana. Había música reproduciéndose ligeramente en la televisión, algo clasico.
A pesar de su preocupación hacia donde estaba Alonso, sus pies le llevaron hacia el pasillo que conducía a la cocina, y luego corrió a través de la sala de estar y subió por los escalones que llegaban al segundo piso y corrió por el pasillo hasta la habitación de Erick. Luego abrió la puerta de un tirón, se deslizó en el interior y la puerta se cerró tras él con un "click".
Habia suficiente luz para que Joel viera a Erick, de pie frente a su cama.
-Erick. Le llamó en voz baja.
De repente parecía una locura que hubiera tanto espacio entre ellos, que estuviera de pie en la misma habitación y no se tocarán. Se dirigió hacía él, pero él levantó una mano para detenerle.
-No lo hagas. Su voz se quebró. Esto no va a durar, Joel. Pronto volveré a estar bajo su orden.
-¿Cuánto tiempo? Preguntó Joel, temeroso. ¿Cuánto tiempo te queda antes de que vuelvas a la forma en la que estabas?
-No lo sé, simplemente no lo sé. Pero quiero... necesito estar contigo, así, siendo yo, por el tiempo que pueda.

Regreso [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora