CAPITULO 52

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Ya había pasado más de una semana desde que Zabdiel había ingresado en el hospital inconsciente. Los pocos doctores quienes sabían sobre los demonios, habían asegurado que despertaría cuando Zabdiel echará todo el veneno de demonio que tenía en su interior, pero la espera se estaba haciendo demasiado larga.

En ese momento eran las doce de la noche y todos los chicos se encontraban sentados en la sala de espera, algunos despiertos y otros medio dormidos. Richard, quien estaba despierto junto a Christopher, se dió cuenta de que este tenia unas grandes ojeras bajo los ojos; desde que Zabdiel había ingresado en el hospital no había dormido apenas nada, solamente se limitaba a sentarse en la sala de espera y mirar hacía la puerta de la habitación de Zabdiel, esperando a que este saliera andando.
-Chris. Sentándose a su lado, Richard le tendió un vaso de café. ¿Te encuentras bien?
-Si. Respondió este, frotándose la nuca.
(Richard frunció el ceño)
-¿Porque no vas a casa y duermes un poco? Te vendrá bien.
-No puedo hacer eso. Murmuró Christopher. Tento que estar con Zabdiel...
-Zabdiel va a estar bien. Le tranquilizó Richard. Si despierta te prometo que tu serás el primero en saberlo, ¿de acuerdo? Pero necesitas descansar.
-Esta bien. Dijó Christopher, dando un abrazo a su amigo. Muchas gracias.

...

El sonido del teléfono arrancó del sueño a Joel, quien estaba tumbado sobre los asientos de la sala de espera.
-¿Diga? Dijó en un amplio bostezo, sin abrir los ojos.
-¡Joel! Una alta y reconocida voz se escuchó al otro lado de la línea. ¡¿Joel, estás ahí?!
(Este frunció el ceño)
-¿Johann?
-¡Alex ha vuelto! Gritó con desesperación. ¡Le he visto cruzar la calle que daba al hospital! ¿Estáis todos bien?
Levantándose de un salto, Joel miró aterrado a su alrededor. Todo parecía estar en orden; Erick descansaba al lado suyo, Richard peleaba con la máquina de alimentos y Christopher... ¿Donde diablos estaba Christopher?
-¿Joel? Habló Johann. ¿Va todo bien?
-Enseguida te llamo. Dijó Joel y después, colgó la llamada.

Caminando velozmente hacia su amigo, Joel le agarró del hombro.
-¿Donde está Christopher?
-Le he mandado a casa a dormir. Explicó Richard. Estaba bastante mal.
-Mierda... Murmuró Joel, cerrando los puños.
(Richard le miró extrañado)
-¿Ocurre algo?
Justo antes de que Joel fuera a contestar, un pequeño sobre blanco apareció en su campo de visión. Estaba colocado sobre uno de los carteles que pedían silencio y tranquilidad en el hospital, con unas letras negras grabadas en el centro en el que ponía: CNCO.
Sin pensárselo dos veces, los dos chicos fueron directamente hacia el sobre y lo abrieron de un solo movimiento. Cuando lo hicieron, una dirección apareció escrita a mano.
-Oh, dios mío. Susurró Joel. Es la dirección de nuestra casa.
(Los ojos de Richard se abrieron de par en par)
-Christopher está ahí.

El teléfono sonó tres veces antes de que Christopher contestará.
-¿Diga?
-Soy yo. Dijó Joel, apartándose de Richard mientras hablaba. ¿Estás en casa?
-Si. Dijó Christopher con voz aguda. ¿Que sucede?
-Alex a vuelto; ha dejado una nota sugiriendo que podría ir a casa. ¿Hay alguien en casa a parte de ti?
-No, estoy solo.
-Vale. Suspiró Joel. Llámanos si...
Christopher le interrumpió.
-Joel, aguarda un instante, creo que alguien está intentando entrar en casa.
-¡Christopher! Aferrando el teléfono, Joel se volvió hacia Richard. Dice que alguien está intentando entrar en la casa.
-¡Dile que salga de ahí! Dijó Richard, agarrando las llaves de la furgoneta. Vamos para allá, que se encierre en su habitación hasta que lleguemos.
-¿As oído? Dijó Joel mirando al teléfono. Enciérrate en la habitación.
-Vale. Dijó Christopher.
Pero de pronto, se escuchó un sonido chirriante y luego un golpe seco.
-¡Christopher!
-Estoy bien, solo estoy apilando cosas contra la puerta.
-¿Que clase de cosas?
Joel estaba ya afuera del hospital tiritando de frío en su fino suéter. Richard detrás de él, caminaba con las llaves en la mano.
-Un escritorio. Dijó Christopher. Y mi cama.
(Joel frunció el ceño)
-¿Tu cama?
Joel se montó en la furgoneta junto a Richard, forcejeando con una sola mano el cinturón de seguridad mientras el vehículo salía disparado y avanzaba por las calles.
-¿Cómo as levantado tu cama?
-No pesa mucho. Murmuró Christopher. La compramos en el Ikea.

Richard y Joel descendieron a toda velocidad por la calle, mientras este último lanzaba una exclamación cada vez que daban un bache.
-¿Que es lo que as odio? Preguntó, recuperando el aliento.
-La puerta de la calle se ha abierto de golpe. Alguien debe de haberla abierto de una patada, pero ahora...
-¿Ahora?
-Ahora no oigo nada.
-Eso es bueno, ¿verdad? Preguntó Joel mirando a Richard. Dice que no oye nada, a lo mejor se ha ido.
-A lo mejor. Dijó Richard, dudando.

En aquellos momentos iban por la autovía dirigiéndose a la casa a toda velocidad.
-¿Que es lo que estas haciendo ahora, Christopher?
-Nada. He empujado toda mi habitación contra la puerta y...
El teléfono se desconectó.
-No. ¡No! Joel intentó llamarle de nuevo con dedo temblorosos.
-Lo siento, el teléfono se me ha caído al suelo.
-No sientas nada. Suspiró Joel, aliviado. Mientras sigas bien y...
Un sonido como de un terremoto se oyó a través del teléfono, ahogando la voz de Christopher. Joel apartó el teléfono de su oreja; en la pantalla todavía se leía LLAMADA EN CURSO.
-¡Christopher! Chilló al teléfono. Christopher, ¿me oyes?
El ruido cesó. Se oyó el crujido de algo que se hacía pedazos y un gritó agudo y sobrenatural. Luego el golpe de algo pesado cobra el suelo.
-¿Christopher? Susurró.
Hubo un click, y a continuación una voz burlona que arrastraba las palabras le habló al oído.
-Joel, debería haber sabido que tu estabas al otro lado de la línea.
(Joel cerró los ojos con fuerza, y sintió como un nudo se formaba en su estomago)
-Alex.
-El mismo que viste y calza.
-¿Donde esta Christopher? Como le hayas hecho algo...
-No le hecho nada, todavía. Pero no te preocupes pequeño, enseguida os reencontrareis con él, lo prometo.
Nada más decir eso, un ligero pitido alertó a Joel de que la llamada había sido desconectada.

....

Joel presionó la pantalla del teléfono para volver a llamar a Christopher, pero el teléfono pasó directamente al buzón de voz.
Con lágrimas ardientes cayendo por su mejilla, arrojó el teléfono al salpicadero.
-Maldita sea, maldita sea...
-Casi estamos. Dijó Richard.
Habian salido de la autovía y pararon enfrente de la casa. Antes de que Richard pudiera pisar el freno, Joel ya había salido del auto y corría por el camino de entrada.
-¡Christopher! Gritó. ¡Christopher!
Justo cuando Richard llegaba a su lado, Joel ya había sacado las llaves de su bolsillo e introdujo la llave correcta en la cerradura. Abrió la puerta de un golpe y entró cautelosamente por el vestíbulo, con Richard detrás de él.
Miraron por la primera puerta a la izquierda al interior de la cocina, todo parecía exactamente como había estado siempre. La habitación de Christopher era la última al final del pasillo. La puerta estaba entreabierta, aunque Richard no vió más que oscuridad a través de la rendija.
Dentro, la habitación estaba oscura, con las cortinas corridas sobre las ventanas. La única luz era la que entraba a través de la puerta.

Alargando la mano hacia el interruptor de la luz, Richard lo pulsó y las luces del dormitorio se encendieron de golpe. La habitación estaba totalmente en orden, no había nada fuera de lugar, ni siquiera la alfombra estaba torcida. Incluso la colcha se hallaba perfectamente doblada sobre la cama.
Richard se situó en el centro del dormitorio, mirando a su alrededor pensativo.
-No entiendo...
Cuando se iba a mover para apartar una de las cortinas, Joel vió algo que relucía sobre la moqueta a sus pies.
-Richard, espera.
Fué hacia donde estaba él parado y se arrodilló para recoger el objeto. Era el teléfono plateado de Christopher, que estaba destrozado.

Regreso [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora