CAPITULO 26

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-¡Por aquí! Gritó Zabdiel a Erick, quien sostenía su mano mientras corrían rápido por el pasillo, alejándose lo más posible de Alonso.

De pronto y asustando a los chicos, una alta figura apareció tras una puerta, cortándoles el camino.
Alonso.
-Bueno, bueno. Dijo este mostrando una inquietante sonrisa. ¿Que tenemos aquí?
-Corre. Susurró Erick en el oído de Zabdiel. Me quiere a mí. Llama a la policía.
(Zabdiel le miró sorprendido)
-¿Que?
-¡CORRE!

Zabdiel soltó su mano y corrió.
Sus pisadas desaparecieron muy rápido. Erick se preguntó brevemente si conseguiría encontrar la salida. La mayor parte era un pensamiento secundario ya que la mayor parte de su concentración estaba fija en no desmayarse. Porque, nuevamente, estaba a solas con Alonso.
-A la policía le tomará al menos unos veinte minutos llegar aquí. Dijó Alonso, mientras se acercaba poco a poco. No necesito veinte minutos.

Erick se giró y comenzó a correr, escuchando los pasos de Alonso comenzando a correr tras él.
Giró a la derecha en la primera esquina y corrió por un pasillo perpendicular. Giró de nuevo a la derecha, corriendo tan rápido como podía, hasta las puertas dobles del gimnasio.
El único pensamiento en su mente era que si podía llegar a su dormitorio a tiempo, se podría encerrar dentro.
Corrió hasta la puerta. En cuanto empujó el picaporte, sintió como como si una espina de terror le atravesaba. La puerta estaba cerrada.
Girándose, buscó otra salida, pero estaba atrapado en el gimnasio. Se cayó contra la puerta, apretó sus ojos para evitar el desmayo y escuchó su respiración a medida que se aceleraba.

Cuando reabrió los ojos, Alonso estaba caminando por uno de los rayos de sol que venía de afuera.
Se habia anudado su camisa alrededor de su muslo y se veía una mancha de sangre. Tenía solo una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros. Tenía un arma en la cintura.
-Por favor, déjame ir. Rogó Erick.
-Zabdiel me dijó algo interesante sobre ti. Dijó Alonso a medida que se acercaba. Tienes miedo a las alturas.
(Levantó su mirada hacia las vigas de arriba del gimnasio y su cara se iluminó con una sonrisa)
-¿Quien eres realmente? Preguntó Erick, ordenandose a sí mismo mantener la calma.
-Si lo que estas preguntando es que si realmente soy el padre de Zabdiel, la respuesta es no.
(Los ojos de Erick se humedecieron)
-Le secuestraste...
-No. Río Alonso. Yo no hice eso, lo hiciste tú.
-¿Que..?

Antes de que pudiera terminar la frase, Alonso dió un paso adelante y le agarró de la muñeca, girándole y dejándole delante de él. Erick sintió el arma apretarse contra la base de su cuello.
-Salir, todos. Ordenó Alonso mirando hacia las colchonetas. Quiero ver la expresión de vuestra cara cuando le mate.
Saliendo tras las colchonetas, Christopher, Joel, Richard y Zabdiel aparecieron frente a Alonso, quien sonrió satisfecho.

Joel dió un paso un par de pasos adelante. Se movió con agilidad, pero Alonso apretó más la pistola en el cuello del menor.
-Si das otro paso, este será su último aliento. Le advirtió a Joel.
Christopher miró la distancia entre ellos, calculando que tan rápido podría llegar. Alonso lo vió también.
-No lo intentes. Le dijó.
-No vas a disparar a Erick.
-¿No? Alonso apretó el gatillo.
El arma hizó 'click' y Erick abrió la boca pero lo único que le salió fue u tremendo sollozo.
-Es un Revólver. Explicó Alonso mirando el arma. Las otras cinco cámaras están cargadas.

Tan pronto como lo dijó, las puertas dobles del gimnasio se abrieron dando paso a Alejandro, quien entraba con un arma en la mano.
-¡Sueltále Alonso! Gritó apuntándole con el arma. ¡Ahora!
Soltando una larga carcajada, Alonso miró divertido a Erick, quien temblaba bajo sus brazos.
-Si me disparas a mí, también le disparas a él. Tu decides.
(Joel le miró aterrado)
-No lo hagas...
-Haz caso al chaval. Se burló Alonso. Él sabe lo que dice.

Con los ojos llenos de ira, Alejandro bajó el arma.
-Bien echo.
Con un rápido e inesperado movimiento, Alonso desvió el arma y apuntó con ella a Alejandro.
-Hasta nunca.
Un fuerte estruendo se escuchó en todo el gimnasio y el cuerpo de Alejandro cayó desplomado al suelo.
Bajo su cuerpo, un gran charco de sangre se estaba formando en el suelo del gimnasio.
-¡Alejandro!
Dejando a sus amigos atrás, Christopher corrió hacia su mánager, quien yacía muerto en el suelo.
-¡Alejandro!
-Esta muerto. Dijó Alonso volviendo a colocar el arma en el cuello del menor. Ya solo quedan cuatro balas.

Con lágrimas resbalandole por la cara, Christopher llevó una mano a los ojos de Alejandro y se los cerró lentamente, dejándole descansar en paz.
-¿¡QUE ES LO QUE QUIERES?! Gritó Richard mirando con odio a Alonso. ¡DEJANOS EN PAZ!
(Alonso negó con la cabeza)
-Niños tontos... todos sabéis realmente lo que quiero, no hagáis preguntas estupidas.
-Tu hijo no va a volver. Habló esta vez Zabdiel. Esta muerto, y matar a Erick no va a hacerle regresar.
-¡Vosotros le matasteis! Gritó Alonso presionando el arma en el cuello del menor. ¡Por vuestra culpa esta muerto!
-Eso no es verdad. Dijó Richard. Tu le mataste, como lo as echo con todo el mundo.
(Un odio intenso comenzó a crecer en la mirada de Alonso)
-Hijo de...

Antes de que pudiera terminar la frase, un fuerte golpe en la nuca hizó que Alonso cayera de bruces contra el suelo.
Tras él se encontraba Joel, con un bate de béisbol en las manos.
-¡Oh, dios! Dijó dejando caer el bate de béisbol al suelo. ¿Le he matado?
-No. Respondió Zabdiel colocándole dos dedos en el cuello. Tan solo está inconsciente.
-¡Erick!
Levantándose velozmente del suelo, Christopher corrió hacia su amigo, quien se encontraba sentado en el suelo, con la mirada perdida.
-¿Estás bien?
-No.. no lo sé. Dijó este confundido. ¿Quienes sois vosotros?

Con la mirada llena de terror, Christopher giró su cabeza hacia Zabdiel, quien al encontrarse con su mirada asintió tristemente con la cabeza.
-No te preocupes. Dijó Richard arrodillándose al lado del menor. Todo va a ir bien.
De pronto, una idea llegó a la mente de Zabdiel, quien con una enorme sonrisa se acercó al menor.
-Tengo una idea. Dijó ayudando a levantarle del suelo. Ven conmigo.

...

Encontrar el laboratorio no fué una tarea bastante difícil, ya que este se encontraba en el sótano.
Dentro se encontraba igual que la última vez que estuvieron días atrás; con su camilla en el centro de la habitación, la máquina con cables a su lado, los armarios con frascos con medicamentos... todo parecía igual, salvo que ahora estaban en una situación bastante diferente.

Mirando atentamente a su alrededor, Richard compartió una mirada con Christopher y Joel. No hacían falta palabras para saber lo que estaban pensando.
Agarrando a Erick de ambas manos, Zabdiel se colocó enfrente suyo y le sonrió amablemente, intentando calmarle los nervios que seguramente tendría.
-Zabdiel.. Comenzó a hablar el menor. ¿Que hacemos aquí?
-Voy a devolverte la memoria. Dijó Zabdiel apretándole las manos. ¿Confías en mí?
-No.. no lo sé. Respondió el menor mirando a los demás chicos. Creo que sí.
-Con eso me basta.

Sentando al menor en la camilla, Zabdiel pidió ayuda a los demás para que le colocasen los cables mientras él toqueteaba la máquina.
Habia visto una vez hacerlo a Alonso y le pareció bastante sencillo. Pero ahora estando totalmente nervioso y alterado parecía complicado, muy complicado.

Terminando de colocarle los últimos cables, los demás chicos desearon suerte a Erick y Zabdiel y se alejaron unos pocos metros para no obstaculizar en el proceso.
-Bien. Dijó Zabdiel mirando al menor, quien estaba con los ojos cerrados y los puños apretados. Todo va a salir bien, lo prometo.
Nada más decir eso, este se dió la media vuelta y pulsó el primer botón, haciendo que varias luces fluorescentes se encendieran en la máquina.
Cuando pulsó el segundo botón, una corriente eléctrica llegó a Erick, quien instantáneamente perdió el conocimiento.

Ya había comenzado. No había vuelta atrás.

Regreso [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora