CAPITULO 29

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Más tarde esa noche un "crack" sacó a Zabdiel del sueño.
Con la cara espachurrada sobre la almohada, se quedó quieto, con todos sus sentidos en alerta máxima.
Christopher estaba fuera con Joel, lo que quería decir que esa noche dormiría solo.
La verdad era que nunca se sentía completamente solo. Justo después de que matarán a sus padres, una extraña presencia entró en su vida; como si alguien estuviera orbitando en su mundo, observándole desde la distancia.
Al principio la presencia fantasma le aterrorizaba, pero cuando nada malo venía de ella, perdió la ansiedad.
Empezó a preguntarse si habría algún propósito cósmico por la forma como se estaba sintiendo. Tal vez el espíritu de sus padres estaban cerca. El pensamiento solía ser reconfortable, pero esa noche era diferente.

La presencia se sentía como hielo sobre la piel.

Girando la cabeza un poco, Zabdiel vió una forma de sombras estirarse por el suelo.
Girando la cabeza rápidamente hacia la ventana, el blanquecino rayo de luna era la única luz en la habitación capaz de formar una sombra. Pero allí no había nada.
Apretó con fuerza la almohada contra sí y se dijó a sí mismo que tan solo era una nube pasando sobre la luna o un trozo de basura volando por el viento.
Aún así, se pasó los siguientes minutos esperando a que se le calmará el pulso.
Para cuando reunió el valor para salir de la cama, el jardín debajo de su habitación estaba silencioso y quieto. El único sonido procedía de tres ramas rozando contra la ventana y de su propio corazón arrojando contra la piel.

De pronto, un crujido llamó la atención de Zabdiel. Esta vez el sonido provenía del piso de abajo, de la cocina concretamente.
Bajando lentamente las escaleras, Zabdiel entró silencioso en la cocina, donde una silueta se encontraba justamente en el centro.
Esta parecía estar sujetando algo, algo pequeño y afilado.

Llevando la mano hacia el interruptor de la luz, Zabdiel prendió la luz de la cocina y se encontró con una terrible imagen.
Erick estaba parado en mitad de la cocina, sosteniendo un enorme cuchillo en las manos y apuntándose con el directamente en el pecho.
(Zabdiel se llevó una mano a la boca, sorprendido)
-Oh, dios mío.
-No hay esperanza. Dijó de pronto el menor.
Sus ojos estaban aguduados, llenos de angustia, dolor y sufrimiento.
Sus manos temblaban mientras mantenía la punta sobre su corazón.
-¿A que te refieres? Preguntó un temeroso Zabdiel. Siempre hay esperanza.
-No, no la hay. Ni para mí, ni vosotros, ni Alejandro...

Entonces Zabdiel se dió cuenta.
Todo este tiempo Erick se había estado sintiendo culpable por la muerte de Alejandro.
Culpandose a sí mismo por dentro.
-Lo de Alejandro no fué culpa tuya. Dijó Zabdiel con voz estrangulada. Sabes que lo de Alejandro no fué culpa tuya.
(Erick negó con la cabeza)
-Cada vez que intento defenderme las cosas empeoran. La gente sigue haciéndose daño, sigue siendo asesinada.
-Escuchame. Dijó Zabdiel dando un paso al frente. Este no eres tú, es algo dentro de tu cabeza que te dice que hagas esto.
-¿Y si no lo es? ¿Y si simplemente soy yo? ¿Y si hacer esto en realidad es lo mejor que puedo hacer por los demás? Todo comenzó aquella noche cuando ganamos La Banda. ¿Recuerdas como éramos antes de eso? Todos nosotros. No éramos nada, no éramos conocidos, no éramos amigos, no éramos importantes... no eramos nadie. Tal vez debería volver a no ser nadie, nadie en absoluto.
-Ahora escúchame tu a mi. Dijó Zabdiel dando otro paso al frente. No digas que no eres nadie. Tu sí que eres alguien: eres mi mejor amigo y te necesito. Eres mi hermano, de acuerdo? Y si quieres hacer esto, vas a tener que llevarme contigo.

Estirando la mano hasta el cajón de los cubiertos, Zabdiel agarró un cuchillo y se lo colocó en el cuello.
-Si tu te lo clavas, yo me lo clavo.
(Erick le miró con lágrimas en los ojos)
-Sé que duele. Dijó Zabdiel con los ojos rojos e hinchados. Claro que lo hace, pero tienes que seguir adelante. Por mí, por los chicos, por Joel, por tus padres... Ellos estarían orgullosos de ti y de la persona en la que te as convertido.
-No puedo... Sollozó el menor. No... no soy normal.
-No tienes que ser normal. Dijó Zabdiel también con lágrimas en los ojos. Tan solo tienes que ser tu mismo y seguir adelante. Tienes que seguir vivo porque algún día toda esta pesadilla acabará y al fin podremos ser realmente felices. Por favor Erick, suelta el cuchillo.

Regreso [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora