CAPITULO 49

239 23 2
                                    

Joel recuperó la conciencia, empapado en sudor y con un fuerte dolor en su cabeza.
Se encontraba en el mismo lugar en el que se habia desmayado: tirado en el suelo de la habitación de sus padres, junto a la puerta. De su cabeza caía un espeso líquido caliente que resbala desde su frente al suelo, creando un pequeño charco de sangre.

Intentando levantarse, Joel se apoyó con ambas manos en el suelo y se agarró a la puerta, usándola como apoyo.
-¿Chicos? Habló, arrastrándose por la pared del pasillo.
De pronto, un pequeño gemido se escuchó en el servicio, el cual estaba cerrado.
Sin pensárselo, Joel comenzó a caminar por el pasillo en dirección al baño. A causa del golpe que habia recibido en la cabeza, todo a su alrededor le daba vueltas, distorsionando las paredes y suelos.
Cuando por fin pudo llegar, se apoyó sobre la puerta y giró el manillar. Eso hizó que la puerta se abriera de golpe y que Joel cayera de bruces contra el suelo del servicio, llevándose el segundo golpe en la cabeza.
-¡Mmm!
Levantando la cabeza del suelo, Joel miró a su alrededor, encontrándose con tres figuras borrosas frente a él. Sus ojos tardaron unos cuantos segundos en despejarse, pero cuando lo hicieron, se encontró con una gran sorpresa.
Frente a él se encontraban tres de sus amigos: Christopher, Richard y Zabdiel. Los tres estaban atados a la barra de metal que sujetaba las toallas, con una mordaza en la boca. Los tres gritaban a través de la mordaza, con los ojos abiertos de par en par, reflejando auténtico terror.

Arrastrándose por el suelo, Joel llegó hasta Zabdiel y pudo quitarle la mordaza.
Nada más hacerlo, Zabdiel gritó desesperadamente.
-¡Detrás de ti!
Dándose velozmente la vuelta, Joel se giró en el momento justo en el que Erick entraba por la puerta. Solo bastó una simple mirada, para darse cuenta de que algo iba mal con él. Este estaba pálido, con unas enormes ojeras marrones bajo los ojos y, donde normalmente sus ojos tenían un color verde azulado, ahora estaban totalmente negros.
Involuntariamente, Joel retrocedió hacia atrás a gatas, sin apartar la mirada de lo que parecía ser Erick.
-¿Eri...?
No terminó de decir el nombre, porque para cuando se quiso dar cuenta, este se había abalanzado encima suyo.

La espalda de Joel chocó contra el duro suelo del baño y Erick se subió encima suyo, agarrándole de la garganta.
Los ojos de Joel se comenzaron a llenar de lágrimas mientras intentaba desesperadamente coger aire. Las rodillas del menor, las cuales aplastaban los brazos de Joel, impedían que este pudiera defenderse, dejándole totalmente indefenso.
-¡Erick! Gritó Zabdiel. ¡Por favor, déjale en paz! ¡Suéltale!
Pero Erick no hizó el menor esfuerzo por escucharlo; en su lugar, comenzó a apretar aún más el cuello de Joel, quien estaba comenzando a ponerse de color morado.
-¡Erick! ¡Lo estás matando, por dios! Gritó Zabdiel. ¡Para!
De pronto, las manos del menor se afloraron alrededor del cuello de Joel. Este abrió la boca, desesperado, exhalando todo el aire que podía y miró con terror a Erick, quien se habia quedado paralizado encima suyo.
-¿Erick?
Derrepente, el menor volvió a abalanzarse sobre él. Pero esta vez le envolvió con sus brazos, mientras pequeños sollozos se escapaban de su boca.
-Lo-lo siento mucho. Sollozó en su espalda. Yo...
-Shh, no gastes energías. Le dijó Joel, mirando con los ojos húmedos al resto de sus amigos, quienes miraban la escena confusos. Vas a ponerte bien.

⭐⭐⭐

Mientras Erick descansaba en la cama y Zabdiel curaba a Joel las heridas, Christopher y Richard decidieron ir a un evento de demoniologia, que daban dos famosos sacerdotes que habían venido desde Estados Unidos.

El evento se celebraba en un teatro, el cual cuando los chicos entraron, se encontraron que estaba lleno.
Se sentaron en la séptima fila, observando como personas de toda clase esperaban ansiosos a los dos sacerdotes. Por un momento, Christopher pensó si todas aquellas personas estarían pasando lo mismo que ellos.
A su lado había una pareja, la cual estaban murmurando entre sí. Ambos tenían una fotografía en las manos, en la cual salía una niña pequeña con algo oscuro detrás.
-No me gusta este sitio. Le dijó a Richard en el oído.
(Este le miró de lado)
-Aguanta, ya salen.

Regreso [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora