CAPITULO 20

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Joel tembló de frío, algo que no sucedía desde hace mucho tiempo.
Acababa de despertarse; los primeros indicios del amanecer se filtraban por las grietas de los troncos apilados que formaban la pared de una cabaña.
Casi nunca se cubría con la manta, aunque estaba orgulloso de ella, ya que con un simple vistazo vió que era la favorita de Erick, la que llevaba a todas sus giras alrededor de todo el mundo. Pero cuando este la usaba no lo hacia para calentarse, sino más bien porque era confortable. Al fin y al cabo, se la había regalado su madre. Quizás esa era la única cosa que a Erick le quedaba de su madre, una simple manta.

Algo de aire fresco matutino se coló a través de de mismas grietas que la luz y Joel estiró la manta hasta la barbilla y con un ruidoso bostezo, se volteó para quedar de espaldas.

...

Al otro lado de la cabaña, a poco más de un metro de distancia, Christopher seguía durmiendo en un viejo sofá en medio de fuertes ronquidos.
-¡¿Que rayos...?! Gritó y la maldición fué interrumpida por otro zapato de Richard, que esta vez se estrelló contra su pecho. -¡Maldita sea Richard! Más vale que tengas una buena razón para despertarme así!
Levantándose del viejo sofá donde había dormido, Richard se acercó a su amigo y le tendió la mano para que se levantase.
-Tenemos que hablar.

Una vez fuera de la cabaña, Christopher se apoyó en la pared y se cruzó de brazos.
-¿Que ocurre?
-No estamos seguros. Susurró Richard mirando a su alrededor. No del todo.
(Christopher le miró confundido)
-¿A que te refieres?
-¡A Erick! ¿Aún no te as dado cuenta? Apenas habla con nosotros Christopher, y desde aquella noche en el Motel se comporta de una manera extraña.
-Esta cansado. Habló seriamente el mayor. Todos lo estamos.
(Richard negó con la cabeza)
-No es eso Chris. Sé cuando Erick está cansado y está vez no es una de ellas. Más bien es como si...
-No lo digas. Rogó Christopher cerrando los ojos. Por favor Richard no lo digas.
-Tenemos que hacer algo Chris, podría tenerla dentro.
-¿Y que hacemos, eh? Habló este enfadado. ¿Le abandonamos en mitad del bosque? Le decimos que no queremos saber nada más de él? ¿Le matamos?

Un seco golpe en la puerta hizó que ambos chicos girasen rápidamente sus cabezas, encontrándose a Zabdiel parado en mitad de la entrada.
Este estaba de brazos cruzados, con el rostro totalmente fruncido y los labios apretados. Se notaba que estaba enfadado.
-¿Ese es vuestro plan? Habló con voz áspera. ¿Abandonar a Erick?
-¡No! Contestó rápidamente Christopher. ¡Yo jamás haría eso!
(Zabdiel negó con la cabeza, decepcionado)
-Os he escuchado hablar.
-Zabdiel yo solo...
-Quiero que sepáis una cosa. Interrumpió Zabdiel mirando a sus dos amigos con furia. Si alguna vez pensáis por algún momento que Joel o yo dejaríamos a Erick solo estáis muy equivocados. Somos familia y aunque no lo creáis, la familia no se abandona.

Nada más decir eso, Zabdiel se dió la media vuelta y regresó adentro de la cabaña.

...

Pocas horas antes del amanecer, Erick había decidido salir de la cabaña a respirar aire fresco y a despejar su mente.
Necesitaba hacerlo; pensar en todas las cosas que les había pasado, pensar en sus padres, en toda la gente que habia perdido.
Ya había pasado más de un año y todavía seguía ahí arriba, como una cortina de bruma que no le permitía olvidar lo ocurrido.
¿Quien podría saber si alguna vez las cosas volverían a la normalidad? La frescura que Erick había sentido al despertarse parecía ahora un mal chiste.
A medida que el sol bordeaba la escasa línea de árboles de las montañas, la temperatura en ascenso ya había bañado de sudor su cuerpo.

Pero no todo era negativo. Al dejar atrás la ciudad y la muchedumbre y adentrarse en el bosque, percibió muchas señales auspiciosas: árboles nuevos, otros nuevos que se estaban recobrando, ardillas correteando entre las agujas ennegrecidas de los pinos, brotes verdes y capullos alrededor... Hasta divisó algo que parecía una flor anaranjada. Estaba tentado de cortarla y llevársela a Joel, pero sabia que él lo regañaría con mucha severidad si se atrevía a impedir el proceso de la naturaleza.

Cuando regresó a la cabaña una hora después, se encontró una imagen un tanto extraña.
Christopher y Richard estaban plantados fuera de la cabaña, susurrando entre sí. Sus rostros estaban serios y sus cuerpos rígidos. Era como si acabasen de discutir, pensó Erick.
Caminando tranquilamente hacia ellos, el menor les saludó con un simple gesto con la cabeza y se metió dentro.
-¡Erick!
Abalanzandose sobre el menor, Joel le rodeó con ambos brazos y le plantó un cálido beso en los labios.
-¿Donde estabas? Me tenías preocupado.
-Lo siento. Se disculpó el menor mirando disimuladamente a Zabdiel, quien preparaba el desayuno. He salido a despejarme un poco.

Mostrando una agradable sonrisa, Joel le agarró de la mano y le arrastró hasta el dormitorio, donde en cuestión de segundos uno se encontraba encima del otro.
-Te quiero. Susurró Joel mientras besaba la clavícula del menor. Te quiero tanto...
-Yo también te quiero. Murmuró Erick cerrando los ojos.
De pronto y como si un recuerdo se tratase, varios flashes le vinieron a la cabeza. En ellos Joel estaba atado a una silla de metal, con ambas manos y piernas atadas a ella. A su lado, un hombre aparecía de entre las sombras, con algo afilado en las manos. Alonso.
-Eres mío Erick Brian. Dijó acercándose peligrosamente a Joel. Recuérdalo.
-No... Susurró Erick negando con la cabeza.
-Si. Lo prometiste. Y ya sabes que no me gustan los mentirosos. Te necesito esta noche Erick, necesito que la dejes entrar.
-No...
-Tienes que hacerlo. Habló tranquilamente Alonso mientras pasaba el filo por el cuello de Joel. Sino tus amigos pagarán las consecuencias.
-No... ellos no...
-Esta noche Erick, a las doce en punto.
Y con un simple movimiento, Alonso clavó el instrumento metálico en el cuello de Joel.

-¡¿Erick!? ¡ERICK DESPIERTA! Comenzó a gritar Joel asustado. ¡ERICK POR FAVOR DESPIERTA!
Cuando lo hizo, segundos después, Erick pegó un fuerte brinco que hizo a Joel sobresaltarse. Se aferró bruscamente a Joel apretando y hundiendo su rostro en el pecho, temblando ferozmente.
-No me dejes... no me dejes. Repitió Erick llorando. No me dejes.
-Jamas lo haré pequeño, siempre estaré contigo.

Con ambas manos aún temblando, Erick se apartó poco a poco de Joel, quien le miraba con una mezcla de terror y preocupación dibujada en el rostro.
-Lo siento. Murmuró mirándose las manos. Yo...
(Joel le agarró de ambas manos, haciendo que dejasen de temblar)
-No tienes de qué disculparte. Susurró haciéndole caricias en forma de círculos. Yo estoy aquí contigo, vale? Todo va a salir bien.
Asintiendo con la cabeza, Erick se abalanzó sobre Joel, rodeandole con ambos brazos mientras pequeñas lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas.
-Gracias.

Regreso [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora