CAPITULO 34

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-¿Alonso?
(Él giró su cabeza a un lado, mostrando una leve sonrisa)
-¿Que tal, Joel?
Joel retrocedió hasta la cocina, poniendo más distancia entre los dos.
-¿Que quieres? Preguntó y Alonso se río, sonando como hielos chocando dentro de un vaso.
-Quiero a Erick.
-Erick no está aquí.
(Él asintió)
-Lo sé. Esperé en la calle hasta que se fuera antes de entrar. Pero eso no es lo que quise decir cuando dije que quiero a Erick.

La sangre que corría por las venas de Joel volvieron a su corazón con una sensación de mareo. Tuvo que colocar una mano sobre la mesa para mantener el equilibrio.
-Esta es la primera vez que vengo a vuestra casa. Dijó alargando sus dedos por el pasillo de la cocina y se sentó en un taburete. Lindo lugar.
-Deja que te refresque la memoria. Dijó Joel esperando sonar valiente. Miraste por la ventana de mi habitación mientras Erick y yo dormíamos.
(Su sonrisa creció)
-No, pero si te seguí cuando fuistes a buscar a Christopher. Ataque a la indigente pensando que eras tú. Fué bastante sencillo acabar con su vida, ni gritó. Era lo mejor para mí hacerte sentir lo más aterrorizado posible.
(Joel aspiró profundamente)
-Para que creyera que era Erick y me mantuviera alejado de él.
-Pero no lo hiciste. Todavía estas en nuestro camino.
-¿En el camino de que?
-Vamos Joel, sabes quien soy y como funciona esto. Quiero que se quede conmigo. No te pertenece a ti, él debe estar a mi lado. Cometió un error, y yo lo voy a arreglar.

No había ningún tipo de transigencia en su voz. Se levantó del taburete y caminó por el pasillo hacía Joel, quien retrocedió por la parte afuera de la mesa, manteniendo el espacio entre los dos.
Rompiéndose el cerebro, pensó en alguna manera de distraerle y escapar. Habia vivido en esa casa durante tres años, conocía el terreno, sabía cada lugar secreto y los mejores sitios para esconderse. Le ordenó a su cerebro que ideará un plan: algo inesperado y brillante.
Su espalda chocó contra la nevera.
-Mientras tu estés aquí. Dijó Alonso mientras se acercaba. Erick no estará conmigo.
-Creo que estas sobestimando sus sentimientos por mi.
(Una sonrisa incrédula apareció en su cara)
-¿Crees que tiene sentimientos por ti? Todo este tiempo as estado pensando... Paró, riendo. Él no te quiere.
(Joel negó con la cabeza)
-Si lo hace. Y nadie como tú va a poder separarnos.
-Ya. Río Alonso. Voy a contarte un secretito. Mientras Erick estuvo en mi casa, le borré la memoria.
-Eso ya lo sabía. Dijó Joel enfadado.
-Si, pero lo que no sabes es que mientras él dormía, le inyecté un "chip" en el cerebro para que obedeciera todas mis órdenes. Si yo digo que salte, él salta. Si le digo que corra, él corre y si le digo que mate... él mata. (Una risita burlona salió de sus labios) solo funciona de vez en cuando, pero cuando lo hace es infalible. Tu novio es mío Joel Pimentel, y nadie puede evitar eso.

Tan pronto como Alonso dijó eso, Joel salió corriendo por el pasillo.
La casa tenía dos salidas: la puerta delantera, la cual Alonso podría llegar antes que el y la puerta trasera, detrás del comedor, la cual él bloqueaba.
De pronto un par de brazos le empujaron hacia atrás y Joel se lanzó hacia adelante. Se deslizó por el hall, acabando acostado sobre su estómago. Se giró encontrándose a Alonso sobre él, a unos metros y con un cuchillo apuntándole.
Sin pensárselo siquiera, Joel le dió una fuerte patada en el estómago haciendo que Alonso se quejará de dolor. El cuchillo salió volando de su de su mano y acabó a tan solo unos centímetros de la cara de Joel.
-¡Muévete! Ordenó Alonso llenó de ira.

Arrastrándose hacia adelante, Joel subió por las escaleras, dos escalones a la vez, usando la barandilla para ayudarse a ir más rápido. Escuchó a Alonso reír por detrás y en el siguiente momento, la barandilla se soltó cayendo al piso de abajo.
Joel echó su peso hacia adelante para no caer hacia atrás. Manteniendo el equilibrio, subió corriendo al final de las escaleras. Ya arriba, se metió en la habitación de Richard y cerró la puerta con pestillo.
Corriendo a una de las ventanas que estaba al lado de la chimenea, miró hacia el piso de abajo. Habian tres arbustos y un montón de piedras. No sabría si sobreviviría al salto.
-¡Abre la puerta! Gritó Alonso desde el otro lado de la puerta.
La madera se agrietó cuando la puerta luchaba por abrirse a pesar de estar cerrada. No tenía mucho tiempo.

Regreso [Cnco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora