¿Qué hay de malo con tener un flashback de vez en cuando?
Ese día estabas tan inapropiadamente hermosa como yo me estaba quedando peligrosamente enamorado de ti. Chocamos miradas, llegó tu novio y me hice el tonto. De todos modos, aunque no lo hubiéramos hecho, me rompería la madre si pudiera. Nada podría cambiar lo que íbamos a hacer esa noche. Nos inoculamos y a la mañana siguiente, ahogándonos entre avalanchas de conejitos rosados, me susurraste al oído —prométeme que jamás escribirás esto— y explotaste en confeti.
*
Un cruce de miradas, un montón de desvarío y una elocuente petición de despedida: a veces en el amor nada hace sentido. Aunque parezca complicado tratar de comprender qué significa todo esto y los conejitos rosados, el confeti y porqué nada podía evitar lo que sucedería esa noche, más delante, con suerte, todo tendrá un poco más de sentido.
De momento es mejor enfocarse en resolver la primera encrucijada, en cual, cuan incómodo duende que se materializa de manera espontánea en el clímax de un sueño lúcido, se ofrecen indicios que han de evolucionar en el deparar de este texto:
¿Quién es ella con quién tanto sueñas? Pasa al texto 37.
Prométeme que jamás escribirás esto. Pasa al texto 69.
Nada podía cambiar lo que sucedería esa noche. Pasa al texto 30.
YOU ARE READING
Prométeme que jamás escribirás esto
Short StorySINOPSIS ¿Por qué un collage de microficciones? Por la misma razón que pasan demasiado tiempo las puertas de los refrigeradores abiertas: todos buscamos respuestas, pero quizá no las encontramos por la misma razón que un ladrón no encuentra a un pol...