10 LOS AMANTES SON ETERNOS

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¿Sí me matas serás feliz? O ahora, ¿quién engaña a quien?

Una sutil y descuidada caricia despierta la ingenua sospecha que culmina en un febril roce de labios. Tímidas pero seductoras recorren su cuerpo mis manos; descubriendo poco a poco sus ciudades prohibidas. Indefensa, va dejándose poseer por el ardor que derrocha placer sobre su exquisita piel. Hasta que del estremecimiento, por un par de besos alrededor de su cuello, suscita un intenso torrente que estalla del inquieto latir de su pecho. Su rostro se desfigura y entre jadeos suelta un agudo gemido. La bola de cristal se fisura desprendiendo diminutos fragmentos que inauguran el sublime ritual.

Cuidando de no asfixiarla, aprieto una mano firmemente contra su boca mientras poso el filo contra sus poros. Desesperada agita inútilmente sus piernas y brazos sin conseguir evitar que la punción avance y penetre con extrema cautela por debajo del esternón y hacia su cuello. Con una mirada atónita y la boca atragantada en sangre, libera sus últimos espasmos. Extasiado y lleno de júbilo encuentro alivio al saber que, aunque sea sólo por esta noche, logre deshacerme de ella.

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Lo peor ya lo habíamos dejado atrás. Lo hecho —hecho estaba— y no había forma en la que nada pudiera cambiar como nos sentíamos.

Al deshacerme de ella, parecía sentirlo como si en verdad estuviera aquí, pero claro que era mentira, los personajes de ficción no pueden sentir.

Lo peligroso de los personajes de ficción. Pasa al texto 40.

Cada bola de cristal pinta al mismo mundo distinto. Pasa al texto 55.

El pasado jamás vuelve. Pasa al texto 13.

Prométeme que jamás escribirás estoWhere stories live. Discover now