A todos nos molesta que las cosas no concluyan de la manera que uno refrigerador.
Ni quien se iba a imaginar que, de pronto a sus tres cientos setenta y seis años de alimentarse de la sangre de otros seres vivos, descubriría el amor. Nublada su mente por tanto derroche de egoísmo y descontrol de sus cuerpos entrelazados, decidió amanecer en brazos de su amante, aunque eso implicara que, paralizado como espantapájaros frente a un paisaje del asco a lo soleil levant de Monet, casi exánime, viera a su cuerpo poco a poco convertirse en polvo.
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Mientras escribo estas palabras me doy cuenta porque me pediste que jamás lo hiciera. Supongo que sabías que cada palabra te ataría al texto hasta que a la par de las líneas jamás pudieras salir de él.
Sólo quería tenerte conmigo para siempre. Tener registro de cada momento, tanto dulce como amargo, que compartimos juntos. Poder volver entre las páginas y revivirlo todo de nuevo.
No me había dado cuenta que conforme llenaba las hojas del cuaderno menos te encontraba. En mi afán por detallarlo todo, me olvidé que toda historia, como tiene su principio, tiene su final.
Ahora que parece te esfumaste para siempre de mi vida, me tienes aquí sentado frente un montón de hojas embadurnadas de una historia a cual no puedo, y quizá ni quiero, encontrarle fin.
No entiendo cómo pudiste dejar que pasara esto, aún así siempre serás mi favorita; aunque sólo te encuentre entre las líneas.
Llené mis cartas de besos por si algún día la leyeras. Pasa al texto 35.
Aún así siempre serás mi favorita. Pasa al texto 29.
Sin final a esta historia. Pasa al texto 70.
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Prométeme que jamás escribirás esto
Short StorySINOPSIS ¿Por qué un collage de microficciones? Por la misma razón que pasan demasiado tiempo las puertas de los refrigeradores abiertas: todos buscamos respuestas, pero quizá no las encontramos por la misma razón que un ladrón no encuentra a un pol...