A veces de lo que pensamos, pero no decimos, se desprenden conclusiones que detonan muy adentro.
Salí corriendo, derribando cualquier cosa que me ayudara a obstruirles el camino. A un paso detrás de mí, el suelo se resquebrajaba y las paredes se iban derrumbando. Llegué hasta donde me pudo el corazón, azoté la puerta y le trabe una silla contra su picaporte. Saqué el cuaderno y lo hojee con violencia, para darme cuenta que, aunque tenía toda la intención de cumplir la promesa, había llegado unas letras tarde.
*
Sentía unas ganas terribles de no tomarme nada en serio. Entendía que era como un juguete sólo que bastante peligroso, de modo que debía, así como un pirómano esconde un mechero, arrojarlo al fondo de un cajón, dónde nadie nunca lo encontrara.
No tenía ni idea de lo que estaba pasando ni de lo que, sin querer, había creado. Y si me preguntarán cómo le hice, seguro respondería con la verdad desnuda, porque no sé hacer diferente, y les diría que no lo sé, pero que si alguien descubre cómo, le suplicaría que me lo dijera, porque me encantaría hacerlo de nuevo.
¿Cuál era esa promesa? Pasa al texto 2.
¿Qué es escondía al fondo del cajón? Pasa al texto 1.
¿Unas ganas terribles de no tomarme nada en serio? Pasa al texto 30.
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Prométeme que jamás escribirás esto
Short StorySINOPSIS ¿Por qué un collage de microficciones? Por la misma razón que pasan demasiado tiempo las puertas de los refrigeradores abiertas: todos buscamos respuestas, pero quizá no las encontramos por la misma razón que un ladrón no encuentra a un pol...