27 TENEMOS QUE HABLAR

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Ojalá y entendieras que no pretendo más que sólo contemplarte.
Aún hay todo un universo en ti que quisiera descubrir.

Una vez más, sin razón aparente, caigo en ese desequilibrio que me obliga de manera involuntaria a tener cautiva mi mirada en ella; como si su hermoso cabello castaño fuera el único recurso para resolver mi vida.

Hoy quedamos en hablar, aún así no me hace sentido como hemos llegado a esto. Lleva ya rato hablando en frente de mí. Y no solo hablando, sino que dirigiéndose exclusivamente a mí. Apilando palabras, una tras otras, a las que ya no descifro su significado sino que sólo contabilizo: una palabra, dos palabras, tres palabras. Cada vez más amontonadas entre sí y apilándose más rápido, que ya solo las interpreto como medida de velocidad. Hasta que estas velocidades se tornan en mutaciones de sonido, subiendo y bajando su frecuencia, y todo lo que me queda de lo que me dice son sólo longitudes de onda y nada más. Lo he hecho ya todo porque estemos juntos. Aún la quiero demasiado pero ella a mi ya no.

De pronto una gota de lluvia aterriza en mi rostro y en ese instante toda la inestabilidad se alivia. Me relajo y me desentiendo de todo este asunto, pues qué bueno que está empezando a llover, así podré decirle que lo platiquemos luego, porque necesito ir a cerrar las ventanas de la sala.

* * * * * * * * * *

Hay días que debieran no existir. Días en los que pase lo que pase, nada de eso afectara los días que si existen. Días en que todo fuera posible y nada pudiera ser reprochado. Días que pudiéramos borrar para siempre. Días que, para bien o para mal, tuvieron que existir y jamás dejarán de hacerlo.

¿Cuáles son esos días que debieran no existir? Pasa al texto 42.

Lo que ojalá entendieras. Pasa al texto 6.

Si pudiéramos borrarlo para siempre. Pasa al texto 65.

Prométeme que jamás escribirás estoWhere stories live. Discover now