Siento que la vida espera que le escriba; que piense en ella y le cuente todo sin mentiras.
Con esa suerte que tiene la vida para enseñarnos a través de los opuestos, aprendemos que en el amor hay que aprender a hacerse un lado. Aun cuando tenemos la certeza que el quitarnos de en medio no llevará a mejores consecuencias, debemos entender que amar también implica apoyar las decisiones de a quien se ama.
Ese día que ojalá-y-cambiara, nos dimos el adiós más insípido; con ese difícil sabor que deja un último beso a medias. Sin embargo, como las circunstancias no germinan aisladas, es por demás estúpido pedir a ese día que ojalá-y-cambiara. Entonces entendemos que ese día ha estado siempre en nuestro camino, a la espera de enseñarnos.
Desde mundos distantes y bastante opuestos, nos conocimos; con esa sensación de pensar que a pesar de todo siempre se va a dar a donde mismo. Como niños que juegan sin saber que juegan, nos fuimos seduciendo en esa suerte de locos, dándose desmedidamente el uno por el otro.
Ahora, en este día que ojalá-y-cambiara, que la inercia de aquel amor imposible desvanece, lastimado el corazón y rendida la razón, cedemos ante la suerte que nos unió en un principio; angustiados ante la ironía de que alejarse entre sí es ya la única manera de reencontrarse.
Entonces, sin dejarse hervir la sangre, no damos este amor por extinto, porque la dualidad persiste, donde los tragos amargos nos permiten apreciar con mayor gozo los momentos dulces.
Levantamos la frente a sabiendas que el amor sigue vivo. Aguardando con respeto el tiempo y el espacio requeridos para devolverle el vigor a este amor. Ya que por esa inmutable suerte de opuestos, aun en direcciones distintas, sabemos que un día, que ojalá-y-sea-pronto, volveremos.
* * * * * * * *
Estaba congelado mirando el fuego irradiar sus últimas emisiones de luz punzante. Extinguiéndose a los desenlaces de esa carta que jamás te di, porque cuando la mente te puede doler tanto como el cuerpo, lidiar con anhelos secuestrados es complicado; por eso la quemaba.
Porque el fuego purifica pero al mismo tiempo reduce a cenizas, con la única opción de volver a comenzar. Sin embargo, si te dejas, si te olvidas de seguir, el viento se encargará de que te pierdas para siempre; de que vueles por los cielos para que veas todo lo que perdiste.
Habíamos agotado todos los métodos convencionales para llegar al corazón de la otra persona, aunque sintiéramos el estómago lleno de piedras, todo pasaría como de costumbre.
Los anhelos secuestrados. Pasa al texto 67.
Los métodos convencionales para llegar al corazón de una persona. Pasa al texto 8.
¿Llegó aquel día que ojalá-haya-sido-pronto? Pasa al texto 19.
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Prométeme que jamás escribirás esto
Short StorySINOPSIS ¿Por qué un collage de microficciones? Por la misma razón que pasan demasiado tiempo las puertas de los refrigeradores abiertas: todos buscamos respuestas, pero quizá no las encontramos por la misma razón que un ladrón no encuentra a un pol...