La mentira más amarga es la que uno mismo se dice.
Me contagié con mariposas. Es extraño. A veces, cuando ella está, revolotean frenéticas estrellándose unas con otras hasta aglutinarse en mi pecho haciendo que se intensifiquen tanto mis latidos que me cuesta respirar. Pero no me importa. Esos instantes duran tanto que, más de un millón de veces, preferiría arriesgarme a reventarme el corazón que a tener que dejarla para siempre.
La vi en un antro y quise saludarla. –¿Tú qué haces aquí?
La miré fijamente mostrándole los dientes y luego, ladrándole con fuerza, me acerqué hasta soltarle una mordida en la pierna.
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Como quien salta de un rascacielos en llamas escapando del desenlace que suponen más terrible, si piensas que encontrar a la mujer más bella e inteligente es difícil, entonces ahora imagina tratar de enamorarla.
Aún así, para los románticos, el enamorarse jamás es el peor escape.
La mentira más amarga. Pasa al texto 59.
Tratar de enamorarla. Pasa al texto 48.
Saltar de un rascacielos en llamas. Pasa al texto 62.
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Prométeme que jamás escribirás esto
Short StorySINOPSIS ¿Por qué un collage de microficciones? Por la misma razón que pasan demasiado tiempo las puertas de los refrigeradores abiertas: todos buscamos respuestas, pero quizá no las encontramos por la misma razón que un ladrón no encuentra a un pol...