Jamás creas todo lo que lees, ya que si lo haces, podría convertirse en tu realidad.
Cuando el oficial de policía, tras irrumpir en el domicilio, le gritaba a la desconsolada mujer: ¿se encuentra usted bien?, ahogada en llanto y empapada en sangre le confesó: —Lo siento, todo es culpa de la mercadotecnia.—
Más tarde en la comisaría, tranquila les explicaba: — Compré este set de cuchillos porqué en el anuncio decían que eran capaz de rebanar la cabeza de un cerdo como mantequilla. Yo estaba en la cocina, llorando mientras apretaba con todas mis fuerzas el mango del cuchillo, hasta que me alcanzó a llegar el tufo a perfume de prostituta y me quedaba sin más cebolla que seguir picando...
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Desde el día en que te conocí en el café, no he dado crédito a absolutamente nada de lo que contigo me ha pasado. Por lo mismo no le he hablado a nadie de ti, ni de nosotros, pues pienso que, al menos por ahora, es mejor que esto quede tan sólo entre nosotros y el cuaderno.
Jamás creas todo lo que leas ni mucho menos todo lo que vives.
Sin dar crédito a nada de lo que sucedía. Pasa al texto 52.
Es mejor que esto quede tan sólo entre nosotros. Pasa al texto 21.
Se debe aprender a jamás creer lo que se lee sobre lo que se vive. Pasa al texto 49.
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Prométeme que jamás escribirás esto
Short StorySINOPSIS ¿Por qué un collage de microficciones? Por la misma razón que pasan demasiado tiempo las puertas de los refrigeradores abiertas: todos buscamos respuestas, pero quizá no las encontramos por la misma razón que un ladrón no encuentra a un pol...