Capítulo 39

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Desperté

Podía sentir el calor que emitía el cuerpo de Lucy hacía mi.

Sonreí

Ella volvía a estar a mi lado en las mañanas. Podía despertar con su compañía.

Era una sensación muy agradable.

Me acomodé de costado y la abracé por detrás. Cerré los ojos para tratar de volver a dormir.

Pero cuando cerré los ojos la escuché hablar

— Soñé contigo. — Dijo sin más.

— ¿Ah sí? ¿Y qué soñaste? — Pregunté pícaro.

— Cuando estaba en coma — Mi cuerpo se tensó sobre el de ella al recordar eso — Todo el tiempo estuve soñando contigo. En el tu eras un boxeador, y uno muy guapo. Nos enamoramos, pero también hubo momentos difíciles y trataste de dejarme — frunció el ceño y dijo algo confundida — Luego de eso, no sé cómo pasó, no lo tengo muy claro, pero me dispararon y morí, ahí fue cuando desperté, y me puse feliz de verte.

No pude evitar no ocultar la sonrisa — Yo también me puse felíz cuando lo hiciste — Me calle por un segundo — Lamentablemente yo no pude soñar contigo. — La apreté un poco más con mi brazo  —Tampoco podía dormir bien, ya que no estabas en la cama. — Hubo un silencio de parte de los dos.

— Y aún así ¿No te has acostado con ninguna mujer? — Preguntó de la nada.

— Eres la única mujer para mí Lucy — Y eso era verdad; no tenía ganas de acostarme con otra mujer que no fuera ella. — Así que tú tampoco podrás acostarte con otro hombre que no sea yo. — La escuché reír, pero yo hablaba muy en serio, de tan solo pensar que otro hombre la tocara hacía hervir mi sangre.

— Tú has sido el único con el que me he acostado — En mi rostro se dibujó una sonrisa de satisfacción, me ponía muy feliz, saber que era el primero y sería el único que entrara en ella, ya que Lucy era solamente mía.

Suspiré. Mi nariz tocó su cabeza y pude olerla; ¡Dios! Su aroma me encantaba y nunca me cansaría de el, sentir su calor contra el mío, me encantaba aún más. Al fin podía tenerla en mis brazos de vuelta después de tanto tiempo de sufrir una soledad que me desgarraba por dentro.

Solo deseaba que esto no fuera un sueño.

— Es real — Dijo, sin que pudiera entender de qué hablaba.

— ¿Qué? — Le pregunté confundido

— No es un sueño — Al escucharla decir eso, caí en cuenta de lo que se refería, pero no entiendía como supo ella eso.

— ¿Como lo...?

— No puedes ocultar nada de mí. — Me interrumpió. — Noté los cambios que acabas de tener sobre mi. Tu agarré fue más fuerte y se que me oliste, como te conozco y acabo de despertar del coma, fue fácil deducir lo que pensabas, solo quería calmarte. — No lo había dicho hace mucho tiempo, pero se ve que lo seguiré haciendo a lo largo de mi vida. Lucy nunca dejará de sorprenderme.

La satisfacción era tanta la que sentía cuando estaba cerca de ella, que convertía cada momento lejos en una tortura.

No puedo explicar lo que siento cuando estoy con Lucy, me quedaría corto de palabras.

— Cásate conmigo — ese pensamiento se me escapó de la boca.

Pero mi sorpresa fue escuchar su respuesta — Si — Su voz fue tan suave y tranquila, ella ni se inmutó, lo que le dije no la sorprendió o exaltó.

Cuando había dicho esas palabras, por un momento creí que ella diría "Es muy pronto" o "Deberíamos esperar" pero no, Lucy aceptó sin dudar.

— ¿Lo dices en serio?

— ¿Tú no?

— Bueno si lo pensé, pero se me escapó de la boca, no esperaba que dijeras que sí.

Lucy guardo silencio, parecía que pensaba en algo.

— Si quieres podemos esperar un tiempo más

— Oye — reclamé — Se supone que yo debería decirte eso.

Ella se dió la vuelta y me dió un beso en la nariz.

— No tiene que ser ahora, yo también creo que es muy pronto, pero si seré tu esposa no importa el tiempo. — Sus brazos pasaron por debajo de los míos abrazándome — Mientras seas tú.

Esta mujer no podía dejar de ser lo mejor para mí. Amaba tanto a Lucy, me había enamorado perdidamente de ella.

Hice que quedara de espaldas a la cama, y me coloqué por encima de ella.

— No entiendo cómo puedes hacer que me sienta así.

— ¿Así como?

— Tan... — Lo pensé por un segundo — Tan bien conmigo mismo, Felíz, tan enamorado de ti. Tú llegaste para cambiarme

— Tú también, me volviste más fuerte — Ambos guardamos silencio, pero luego Lucy lo rompió — Deberíamos entrenar.

— ¿Ahora? — Me removí en la cama.

— Sí, vamos levanté.

Lucy se levantó y comenzó a jalarme del brazo. Me quejé mientras ella me levantaba.

Cuando quede parado en el piso, hice una mueca y me agaché para besarla, pero ella se hizo para atrás.

— Primero ve a lavarte esa boca. — Me ordenó. Era tan linda cuando quería aparentar voz de mando.

— Está bien pequeña — Le contesté y obedeciendo a su orden fuí al baño.

(...)

— ¡Bien! — Exclamé — Tu puntería es mucho mejor con los cuchillos ahora.

— Pelea conmigo — Dijo de la nada —  Quiero probar mis habilidades de combate.

— Está bien mi amor, pero si te lastimo dime y me detendré. — Asintió con la cabeza.

Los ataques de Lucy, solo funcionarían si yo me acercaba, ya que lo único que le había enseñado era inmovilizar a su oponente, ya que ella no es muy fuerte.

Así que primero yo la ataque, lo cual ella lo esquivó con gran facilidad, pero luego con mi brazo derecho la tomé del pecho, llevándola hacía atrás y con mi pierna izquierda quité sus pies del suelo, provocando así que cayera al suelo, pero el impacto no fue duro, ya que la sostenía mientras la llevaba al suelo para que no se lastimara. Allí me acomodé sobre ella y la sujeté de los hombros. Le apreté un poco los hombros con mis manos, para que sintiera la fuerza. — Nunca superarás la fuerza de un hombre pequeña.

— Sí — admitió — Pero tú me enseñaste. — Y fué ahí cuando golpeó mi zona baja, provocando que la fuerza que ejercía sobre sus hombros desapareciera y ella me volteara, quedando esta vez yo en el piso. Al voltearme quedó encima mío y sacó una navaja de su bota. Me la colocó sobre el cuello. — Yo ganó. — Dijo con satisfacción y una sonrisa en la cara. Alejó la navaja de mi.

— ¿Cuando guardaste eso?

— Apartir de ahora, siempre tendré un arma conmigo.

Sonreí — Me parece bien.

— Lamento haberte golpeado "ahí"

— No te preocupes, lo hiciste muy bien. Lo de la navaja me sorprendió, pero a la vez estoy orgulloso. — Su mirada sujetó la mía — No esperaba que tuvieras un arma, así que para la próxima no me confiaré contigo.

— Me parece bien. — Al tenerla encima mío, me dieron ganas de besarla, pero ella se me adelantó.

Lucy era sorprendente. Después de todo era la mujer que amaba y mi futura esposa.

No te alejes de mí [Stephen James]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora