Keith se queda congelado al preguntarle si tiene algo que hacer. Sus ojos parecen inquietos y al parecer no sabe si es verdad o broma se ve confundido.
—¿Cómo... Por qué?— dice confundido.
—Para salir. No creo que sea muy agradable estar siempre en la biblioteca, debes hacer algo más.
—Yo... nunca salgo— dice en voz muy baja casi inaudible.
—¿Qué?
—¡Que nunca salgo!— dice molesto y rápido vuelve a su postura seria.
—Supongo que hoy es tu día de suerte. Toma tus cosas y salgamos de aquí— le hago una seña para que me siga y me voy decidida en camino a mi coche. Él me sigue unos pasos atrás.
Quito la alarma de mi auto, abro la puerta y le indico que suba. Se sube al auto con timidez, como si nunca se hubiera subido al auto de otra persona.
—Entonces... ¿Qué te gusta hacer?— pregunto mientras recargo mi brazo en el volante.
—Me gusta leer.
—¿Aparte de eso?
—Me gusta... comer.
Me quedo viéndolo con impaciencia esperando a que diga algo razonable. ¿A quien no le gusta comer?, ¡Santo dios!, en lo que me metí.
—¿Qué tal el centro comercial?— pregunto como ultima opción.
—No he ido mucho, pero supongo que esta bien— contesta con resignación.
Abrocha su cinturón y se queda todo el camino sin moverse, como si no quisiera tocar nada y solo ve por todos lados el auto. ¿Qué buscas fisgón?
Llegamos al centro comercial y baja del auto con inseguridad. Se queda parado junto al auto mientras yo camino a la entrada. Al no sentir que me sigue, regreso abruptamente lo tomo del brazo y lo jalo para que camine a mi paso.—Así que... Keith, ¿qué te gusta comer?— pregunto en medio del centro comercial para saber a donde dirigirme.
—Me gusta el sushi— voltea a ver por todos lados.
El único lugar de sushi en el centro comercial es "Sushimania". Un restaurante de sushi con temática de cómics y superhéroes. Caminamos dentro y la chica del restaurante nos indica en que mesa sentarnos. Keith parece no incorporarse aún, parece un perrito asustado. Nos quedamos callados por unos minutos mientras vemos el menú. La mesera nos toma la orden y nosotros no cruzamos ni miradas.
—¿Y que haces por las tardes, después de la escuela?— pregunto tratando de cortar la tensión.
—Voy a la biblioteca— contesta evasivo y mantiene sus manos escondidas en medio de sus piernas.
—¿Y ya?, ¿los fines de semana?
—A veces... me gusta ir a las galerías de arte— mantiene su mirada desviada.
—Interesante...— se hace un silencio incomodo, y miro al rededor deseando que la comida llegue pronto.
Yo no sé nada de arte, ni he pisado una galería en mi vida. Creo que la conversación ha acabado aquí.
—También me gustan las películas,p. Todos los sábados voy al cine a ver una distinta— se incorpora, pone sus brazos sobre la mesa y me mira con timidez.
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Pretty Bad
Teen FictionShelly Linderman es una chica de 17 años de clase alta que asiste a un instituto privado donde pronto se suscitan situaciones extraordinarias. Aunque parece tenerlo todo, no hay nada que realmente la satisfaga. Aunque muchos la quieren, no hay nadi...