58. Te amo...

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Amber.

Me senté en la silla acolchada, Alex se sentó en el sofá. Ella me miraba algo asustada, le di una sonrisa de medio lado para que no se preocupara.

Ella suspiró profundamente.

—¿qué ocurre?— dijo rompiendo el silencio.

— ¿tiene que pasar algo para que hable contigo? ¿No puedo tener una conversación con mi hermana?— ella negó.

— Amber, te conozco, ¿que ocurre?— lamí mis labios.

—¿como vas con James? ¿Has logrado algo?— evite su pregunta, todavía no le iba a decir porque la llame. Ella asintió.

— si, eso...creo que no soy la indicada para esto— dijo viendo sus manos con timidez.

— ¿por que, ángel?...— ella se quedó callada—...Alexandra— dije seria.

— porque soy mentalmente débil...yo no puedo hacerlo...ustedes si, ustedes tienen la capacidad de hacerlo todo bien...yo no...no soy como ustedes...yo no tengo el corazón de piedra...— dijo cuidadosamente, mientras hablaba se pasó varias veces las manos por el cabello.

—¿entonces porque crees que te llamamos ángel? Se que no eres como nosotras y eso lo admiro de ti...¿que te hace pensar que no eres capaz de hacer el trabajo?...si yo no creería que estás lista para esto no lo hubiera aceptado, si no supiera que eres más fuerte de lo que crees nunca te hubiera dado alas para hacer esto...— su rostro se estaba relajando—...eres una Ackerman, fuiste entrenada desde pequeña para cumplir mis órdenes, nunca cuestionarlas y nunca fallar en un trabajo, Alexandra, nunca has dudado de eso, tú...— ahí caí en cuenta de que ella nunca fue así, su inseguridad había despertado, y no fue su culpa...fue culpa de james.

Ella tampoco cuestionaba mis órdenes, ni mis decisiones. «sabes que suena feo eso de decir que fue entrenada para seguir tus órdenes» si, por eso nunca lo digo, siempre evito decirlo, aunque es verdad, papá les dejo en claro eso.

—...lo siento...— dijo Alex sin mirarme. Respire profundo y me levante de mi silla. Sabía a lo que se refería, pero quería oírlo de ella.

— ¿por que te disculpas?

—...porque te estoy decepcionando...sé que aceptaste que yo hiciera este trabajo por otra razón, yo también pensaba que sería mi fortaleza para esto pero no...eres la única que sabe que soy gay...pensabas que no me enamoraría de James, por eso aceptaste, por un segundo también pensé que lo era completamente— me miró triste.

Negué sería, di unos pasos hasta quedar al frente del sofá y luego sentarme en él.

— acepté porque sé que no eres mentalmente débil, porque creo que puedes con esto, no porque eres gay...nunca me aprovecharía de eso y lo sabes...— yo buscaba su mirada pero ella la evitaba.

— al parecer me equivoqué...tal vez si soy bi...— yo asentí lentamente.

— se que lo eres, pero no te lo voy a decir, nadie te lo va a decir...tu sola tienes que averiguarlo y aclarártelo.

La heredera de la mafia (terminado, pero en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora