Otro sorbo de café llegó a mis labios quemándome la garganta segun bajaba.
Miriam tenía muchos dones pero sin duda uno de ellos era el de calentar las cosas hasta unos niveles que ni la lava volcánica podría superarlo. De normal solía rebatirla el nivel de calor por segundo de su endemoniado microondas pero esa tarde ni siquiera había notado tantísimo calor como de costumbre.
- Ana sabes que quedan dos putas horas para entregar esto ¿verdad? - agitó un folio en blanco frente a mis ojos
Aparté un mechón rebelde que había caído sobre mi mejilla sin pronunciar una sola palabra ni mirar a otro punto que no fuera el suelo barnizado de la casa de mi amiga. Parecía que, aunque escuchaba las palabras de fuera, mi cabeza no estaba donde mi cuerpo.
- Ana me harías el favor más grande la tierra si me miraras a la cara cuando te hablo
Levanté mi mirada como por acto reflejo. Sabía de sobra que, si no se había dado cuenta ya, mirándome a los ojos sabría descifrarme sin necesidad de palabras.
Y esque siempre había sido experta en leer mis ojos desde que nos conocimos en aquel casting.
- ¿Que te confunde Ana? - dejó el papel sobre su mesa de café
- Tiene novio - murmuré más para mi que para ella
- ¿Te enteras ahora? - abrió los ojos con sorpresa
- ¿Tú sabías? - la miré asombrada
- Se intuía
- ¿Como?
Agarró su teléfono de su bolsillo trasero, tecleó algo para acto seguido poner frente a mi un videoclip. En el se veía a una Mimi vestida de rosa subida en una canasta, bailando más tarde. De repente aparecía sentada en un sofá con un chico que, siendo sincera, no me sonaba de absolutamente nada pero mi mandíbula se tensó nada más ver como se acercaba a ella. Cuando acabó me levanté del sofá como un resorte con las manos detras de mi cabeza.
- ¿Que carayo te pasa? - se levantó ella tambien del sofá
- ¿Como se llama? - bajé mis brazos
- ¿Quien? ¿El novio de Mimi?
- Miriam te agradecería mucho que dejaras de repetir ese puto adjetivo
- No te puedo creer Ana ¿estás celosa? - me señaló riendo
- Que coño dices por dios - negué con la cabeza dando una vuelta casi alrededor de mi misma
- Se llama Patricio pero le conocen por Don Patricio - siguió riendo ya sin señalarme
- ¿Es cantante?
- Si, uno de los del momento ademas
- Pues debe ser que les encanta el autotune ¿no? - escupí con rabia
- ¿Has visto? Estás que revientas de celos - siguió riendo
- Dios Miriam cállate ya ¿quieres? - la aparté la mirada para dirigirla a un punto alternativo - No estoy celosa
- ¿Te enseño el vídeo de Spotify en vertical? La mete mano - rió aun mas divertida
- Miriam que me importa una mierda cállate de una puta vez - recorrí su pasillo hasta encerrarme en el baño de un fuerte portazo
Me apoyé sobre la puerta con un nudo enorme en la garganta que me impedía casi tragar la saliva necesaria. Me escurrí lentamente hacia el suelo hasta sentarme en el enterrando mi cara en mis rodillas, como protegiéndome de algo.
¿Que pretendía? ¿Protegerme a mi misma de la realidad?
Sacé mi teléfono de mi bolsillo del vaquero, no se bien ni porque. Tenía varios mensajes sin importancia pero nada suyo, ni siquiera una mísera muestra de importancia.
Su novio debía ocuparla demasiado tiempo al parecer para que ni siquiera me mandara un mensaje a pesar de como habíamos acabado esa tarde.
- Oye Ana no te enfades - escuché la voz de la gallega tras la puerta
- No estoy enfadada Miri - suspiré hondo - Dame 5 minutos ¿si?
Pareció conforme con mi decisión ya que acto seguido escuché como sus botas rozaban el suelo alejándose.
Me levanté del suelo como buenamente pude. Abrí el grifo con agua fría para echármela sobre la nuca con las manos, buscando despertarme un poco de esa especie de trance en el que había entrado desde esa mañana.
Me miré al espejo que tenía frente a mi. Tenía que recordarme a mi misma que ella no me importaba lo más mínimo, mucho menos su vida privada. Esto lo hacía por salvar mi carrera, solo por eso.
Y al parecer despues de repetírselo tropecientas veces a mi cerebro le quedó suficientemente claro como para salir a ese salón para terminar de una vez el repertorio de mi parte del concierto.
Mi disco no podía dejarlo fuera, solo tenía una hora para cantar yo asique tampoco podía añadir mucho a mi tracklist.
Aunque aun quedaba una hora para la reunión Miriam decidió que lo mejor era ir lliendo hacia allí, con la intención de ver a Mimi aunque ella me dijera que íbamos por ver si entrábamos antes. Ellas dos siempre habían estado muy unidas pero a decir verdad, desde que nos separamos, no habían vuelto a hablar y no podía evitar sentirme culpable asique solamente por eso accedí a venir antes.
Las oficinas, al contrario que por la mañana, estaba practicamente vacía. Solo se escuchaba el tintineo leve de una voz al final de un pasillo.
A medida que íbamos avanzando hacia la sala donde nos solíamos reunir notaba como mi cuerpo comenzaba a tensarse, como advirtiéndome de que sin duda no sería nada cómoda esa situación.
Nos sentamos en unos cómodos sofás que se hayaban enfrente de la puerta a esperar que alguien saliera en nuestra busca.
- Ana - posó su mano sobre mi rodilla
- Estoy bien tranquila, tengo todo muy claro - la dedicé una leve sonrisa
No pareció conforme pero al menos se concentró en su teléfono móvil hasta que escuchó, al igual que yo, unos pasos apresurados acercándose hacia nosotras.
- ¡Mimi! - gritó abalanzándose sobre ella tirando el móvil al sofá
- Miri - la apretó fuerte contra ella
No lo negaré jamás, esa estampa era una de las cosas más bonitas que había visto en mi vida.
Yo pensaba que Miriam no era una persona alegre si no más bien todo lo contrario, de hecho, cuando la conocí, llegué a pensar que la caía mal por el hecho de como me miraba. Pero desde aquel día del casting final que supo firmemente como me sentía simplemente mirándome a los ojos me impresionó y aunque no nos convirtiéramos directamente en lo que somos ahora despues de que Mimi saliera de la academia fue un apoyo incondicional para mi ademas de Roi y Cepeda.
Ahora que la conocía un poco más sabía que era alegre, cariñosa, sensible... que adoraba dar abrazos o besos como si su vida dependiera de aquello y te secaba siempre las lagrimas por muy mal que fuera todo.
Pero ella solo era asi con las personas a las que consideraba más familia que amistad, como Mimi.
Cuando se separaron compartieron un par de palabras hasta que ella reparó en que yo estaba allí.
Una curva apareció en sus labios que iba intregamente dedicada hacia mi pero mi cerebro me recordó aquello que le había repetido hacía apenas una hora "Ella no me importa, lo hago para salvar mi carrera".
Entonces me levanté de aquel sofá dirigiéndome a la puerta para golpearla con los nudillos hasta que una voz masculina me indicó que pasara.
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Nuestro momento
FanfictionCuando la carrera de Ana Guerra empezó a caer en picado gracias a su relación con Miguel Ángel Muñoz su discográfica decidió ayudarla a relanzarla más movidos por el dinero que ella había generado tiempo atrás que por un verdadero afecto a la artist...