Sabor a casa

1.9K 117 10
                                    

Dos interminables semanas de ensayos habían sido demasiado agotadoras para mi forma física, que como era obvio dejaba mucho que desear por lo que había visto cada vez que me faltaba el aire en mitad de una coreografía.

Haber contado con las habilidades de Juan Montero para perfeccionarlas había sido un honor, tenía una forma de trabajar muy precisa pero muy familiar al mismo tiempo. En ningún momento me vi presionada por el cosa que agradecí en el alma porque ya bastante presión tenía con otros temas. La razón de haber cambiado un poco todas mis coreografías no era otra que Universal Music que insistía en que, aunque fuéramos totalmente opuestas en lo que a estilo de música se refiere, teníamos que intentar ponernos en sintonía para que el show tuviera un mínimo de sentido. Aunque al principio fuese Mimi la que las cambiaría a algo más fácil decidieron que no podían permitirse el lujo de que la persona que daba más espectáculo del panorama musical cambiara algo de sus maravillosas coreografías solo porque una torpe como yo no supiera coger un par de pasos.

Si, me sentí muy inútil el primer día porque no conseguía ni moverme con un poco de sentido pero ahí estuvo ella para quedarse dos horas más ayudándome a repasarlos todos de nuevo hasta que me salían. Y asi fueron las dos semanas, más trabajo extra para ella que asumía con una sonrisa como si no la importara tener  menos de sueño ni estuviera igual o más reventada de lo que yo lo estaba.

Y esque ella siempre había cuidado de mi de esa forma, como si a la que no la salieran los pasos fuera a ella, queriendo que brillara encima del escenario.

Todo esfuerzo tiene su recompensa asique al final, después de todo el trabajo duro no solo nuestro si no también de nuestro equipo, habíamos dejado todo perfectamente preparado para el inicio de nuestra gira conjunta.

Ya eran más de las 21:00 asique se preparaban para hacer el último recorrido desde la sala de ensayos hasta sus respectivas casas con caras de estar a punto de caer rendidos en el suelo.

Yo recogía mi ropa metiéndola en mi bolsa de deporte sin sentir apenas las piernas de las tremendas agujetas que sentía pero como siempre decía mi querida Magalí "Las agujetas se quitan con más agujetas" asique las llevaba pegadas a mi desde el primer día que empezamos este martirio.

- ¡Banana ven un momento! - gritó desde el pasillo

Me apresuré a cerrar la bolsa antes de salir hacia su encuentro todo lo rápido que me podía permitir. Una vez llegué me la encontré sentada sobre una colchoneta con el móvil en las manos.

- Dime - suspiré para recobrar el poco aire gastado

Me indicó que me sentara a su lado a lo que yo, sin pensar, obedecí.

- ¿Te gusta? - me mostró un traje negro de dos piezas con una especie de flecos

- Si fuera para ponérmelo yo la verdad es que no - sonreí divertida - Pero suponiendo que sea para ti si

Levantó su mirada desde el teléfono hasta mis ojos curvando sus labios en una sonrisa. Nuestras miradas se unieron como tantas veces habían hecho últimamente.

- Chicas - medio gritó Mary acercándose a nosotras logrando que ambas desconectáramos nuestros ojos para posarlos sobre ella - Que como es el último día hemos dicho de ir a celebrarlo a algún sitio ¿os apuntáis? - sonrió ampliamente, como de costumbre

- Me duelen hasta sitios que no sabía que podían dolerme asique creo que paso - sonreí

- No seas aguafiestas Banana - me giré para mirarla alzando una ceja - Ya tendrás mañana tiempo para dormir

- Esque tú estás acostumbrada a toda esta traya pero yo... - heché mi pelo hacia atrás

- Venga Anita porfa - suplicó Mary poniendo las manos juntas frente al pecho

Nuestro momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora