Me encantaba conducir, de hecho era una de las cosas que más me tranquilizaba en el mundo. Sentir el volante en mis manos, como rugía el motor de vez en cuando o como al cambiar de marcha sentías un traqueteo. De pequeña solía mirar por la ventana durante todo el trayecto disfrutando de la vista, deseando hacerme mayor para poder ser yo quien eligiera mi rumbo, justo como estaba haciendo ahora.
- Gira a la derecha Banana - se incorporó del asiento para casi girarme ella el volante
- Loca ¿quieres que nos matemos? - me puse una mano en el pecho sin entender a donde íbamos
- Está ahí delante, a un kilómetro más menos
- ¿El que? - la miré un segundo sorprendida
- Ahora lo verás - sonrió triunfante
El caso era que ese camino con esa carretera de arenilla quería sonarme de algo, mi cerebro quería recordarlo.
Fue justo al bajarme del asiento tras haber parado donde me indicó cuando me acordé de aquel prado.
- Mimi - musité siguiéndola de cerca
- Ya has hecho memoria - rió
- Estuvieron talando árboles amor a lo mejor ya no está
- Tengo una corazonada - sonrió - Vamos - agarró mi mano para tirar de mi
Al final a mitad de camino, entre hierba seca, terminé subiéndome sobre su espalda causándola grandes carcajadas que sentía que quería oir toda la vida.
Después de un rato llegamos a la sombra de ese gran árbol que tantos recuerdos guardaba. Solo pude sonreir, levemente para evitar que se desbordaran mis ojos.
Me bajé de su espalda para muy lentamente pasar mis dedos por el tronco, buscando esa inscripción hasta que dí con ella, justo donde la pusimos la primera vez que vinimos aquí.
"WARMI Para siempre"
Ahora si, con lagrimas en los ojos, pasé mis dedos varias veces por allí. Parecía que no había pasado el tiempo, que volvíamos al día que lo escribimos como dos niñas enamoradas que éramos. Entonces noté lo mismo que ese día al terminar, unas manos aferrándose a mi cintura dejando un beso sobre mi mejilla tiernamente. Yo puse mis manos sobre las suyas dejándome caer sobre su hombro, dejando un beso en el comienzo de su mandíbula.
- Banana
- ¿Si? - acaricié sus manos
- Te he echado mucho de menos, nos he echado mucho de menos
Mordí mi labio inferior de la ternura antes de darme la vuelta para quedar frente a ella. Pasé mis manos por su cuello y rocé mi nariz con la suya.
- Nunca más vas a tener que echarme de menos mi amor - sonreí con dulzura antes de unir sus labios a los míos en un beso de lo más tierno que recuerdo.
Estuvimos un rato allí, a la sombra de ese gran árbol, jugando a hacer tonterías o tumbándonos abrazadas en el suelo. Había traído comida asi que a pesar del leve frío decidimos comer allí entre toda la felicidad que salía de nosotras.
Cuando llegó la hora de irse a por la prueba de sonido no quería levantarme. Estaba tan bien aferrada a su cuerpo, escuchando el latido pausado de su corazón, disfrutando de como me acariciaba el brazo con las uñas como acto reflejo... estar con ella era como estar en mi lugar favorito.
Al ver que no me iba a mover, me cogió en brazos alegando lo mucho que me pesaba el culo mientras, entre risas, ya habíamos llegado al coche.
El camino fue silencioso, no un silencio incómodo si no uno en el que su mano viajó hacia mi pierna mientras la mía se la acariciaba con todo el amor del mundo. La quería, la quería más de lo que yo misma quería admitirme.

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Nuestro momento
FanfictionCuando la carrera de Ana Guerra empezó a caer en picado gracias a su relación con Miguel Ángel Muñoz su discográfica decidió ayudarla a relanzarla más movidos por el dinero que ella había generado tiempo atrás que por un verdadero afecto a la artist...