Eres una estrella

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El timbre resonó en toda la casa consiguiendo que mis párpados, que habían acabado cerrados hacía menos de una hora, se abrieran de repente. Por suerte, el sentir unas manos aferradas a mi espalda me tranquilizó además de arrancarme la primera sonrisa de la tarde.

Era tan bonita incluso dormida, se la relajaban todas las facciones, hasta dejaba la boca ligeramente entreabierta causando una sensación de ternura en mi imposible de describir. Su respiración siempre era acompasada al contrario que su pelo, que siempre acababa esparcido por toda la cama llevara el peinado que llevara. Parecía en calma, calma que solo rompí yo al separarme de ella todo lo despacio que pude intentando por todos los medios no despertarla pero supongo que quedarte dormida con un peso encima significaba que cuando dejas de sentirlo te despiertas.

- ¿Donde vas? - preguntó frotándose los ojos con una voz ronca tremendamente sexy por cierto

- Llamaron al timbre bonita ahora vuelvo - sonreí en su dirección dispuesta a salir

Pero una mano agarrando mi muñeca me detuvo para acabar sentada de lado sobre su regazo. Solté una carcajada leve ante esa imagen de su cara nada más despertar.

Ella elevó una ceja dando así a entender que yo solita había comenzado una guerra que nunca ganaría, aun teniendo esa palabra en mi apellido. Hundió sus dedos en mis costillas consiguiendo que me empezara a retorcer entre carcajadas que no tardó en seguirme ya sea porque yo intenté torpemente hacérselas a ella o porque escuchar mis gritos ahogados de risa se la producía a ella. Finalmente acabamos especialmente cerca, solo que esta vez a diferencia del día que me robó mi aguacate, no tenía porque reprimirme las ganas de besarla, así que agarré su nuca y pegué sus labios a los míos con ansia, como si llevase años sin sentirlos. Ella se aferró a mi cintura pegándome más a ella hasta que por las escaleras se escuchó un estruendo con unas risas inconfundibles.

Me levanté rápidamente de encima de Mimi a la vez que ella lo hacía de la cama intentando arreglarnos lo máximo posible el semblante de recién levantadas que teníamos. Como una estampida, la puerta de mi habitación se abrió dejando pasar a mis amigos de toda la vida, que lejos de sorprenderse por la presencia de Mimi en mi habitación la recibieron igual de calurosamente que a mi.

- Que guapa estás cabrona - me dijo Helena mirándome de arriba hacia abajo

- No es ninguna novedad que Anita esté guapa - sonrió Álvaro pasando un brazo por mis hombros

- Si está Mimi cerca siempre está guapa si

- ¡María! - la pegué un puñetazo suave

Y esa era mi mejor amiga desde que tenía uso de razón. La loca que me había hecho fumarme un porro en un cementerio hacía años. La persona que más me conocía del mundo, que siempre sabía justo que me pasaba además de como calmar todo lo que podía dolerme. La única con la que había hablado abiertamente de lo mío con Mimi desde el primer minuto, que sabía toda la verdadera historia, que nunca me había juzgado y que ahora sin tener mucha idea de todo más allá de lo poco que había podido contarla en audios de minutos sabía que estaba feliz y eso era por la chica rubia que ahora mismo parecía igual o más contenta que yo al verles. Porque si, Mimi ya les conocía como era obvio, pero hacía mucho que no sabía de ellos.

Decidimos arreglarnos para ir ya a la prueba de sonido tras una animada pero corta charla en mi habitación prometiendo que después del concierto tomaríamos esa cerveza que a Martel tanto la apetecía. Esta vez mi padre pudo descansar algo más ya que Álvaro se ofreció a llevarnos para poder disfrutar más de un rato todos juntos.

Armand y Patri ya estaban esperando en la puerta cuando llegamos, con gesto impaciente, como si llegásemos tarde aun que faltase aun tiempo para empezar. Nos despedimos de mis amigos, aun que no sería por mucho rato ya que vendrían a vernos, y nos dispusimos a probar el sonido.

Nuestro momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora