Valencia de tu mano fría

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Sin duda alguna Valencia era una de las ciudades que volvería a visitar. El olor incansable del mar, el sonido de las olas chocando contra las rocas de los pequeños acantilados que se formaban... era uno de esos sitios en los que sientes que puedes quedarte a vivir.

Cuando giré la vista observé una rubia con parte de su melena volando tras de ella a causa del leve viento que se había levantado. Se había hechado una especie de protector de labios que les daba un brillo que no tenía nada que ver con el verde esmeralda de sus ojos observando atenta la poca gente que paseaba a esas horas. De vez en cuando, arrugaba la nariz levemente como había hecho siempre desde que la conocía.

Automáticamente una sonrisa fugaz apareció en mis labios, recordar como fue todo un día realmente me hacía sentir aun más idiota de lo que ya me sentía por haberlo jodido todo.

Y como si me leyera el pensamiento unió sus dedos con los míos agarrando mi mano como solo ella sabía hacerlo, haciendo que sintiera la poca calidez que emanaban como de costumbre aunque a mi aun así me reconfortara sentirla unida a mi.

- Tienes la mano congelada - sonreí recordando la de veces que se lo había dicho

- Pues vas a recorrer Valencia de mi mano fría - rió levemente sin mirarme

- Creo que no me importa - cerré mis labios aun sin dejar de sonreir

Realmente recorrimos Valencia así, de la mano como si fuese lo más normal del mundo entre personas que van a cantar juntas. Antes, cuando salimos de la academia, esos pequeños gestos eran mi día a día aunque me costase darme cuenta de que no era algo normal entre amigas pero ni siquiera le daba importancia solo vivía el momento, justo como estaba haciendo ahora.

Cuando llegamos al lugar donde haríamos el inicio de gira nuestras manos se separaron de inmediato al ver a nuestros managers esperándonos en la puerta.

- Ya era hora señoritas, no tenemos todo el tiempo que os venga bien para probar el sonido - bufó Patricia

- Son las 16:10 Patri no te alteres tanto - suspiró Mimi pasando una mano por su pelo

A la legua se notó como esa mujer tensaba la mandíbula. Mimi era de esas chicas que nunca se debaja controlar por nada ni mucho menos por nadie, vivía en una libertad constante de la que no era capaz de salir ni tampoco quería hacerlo. Era una de las cosas que siempre había admirado de ella.

Pasamos a nuestros camerinos, que se encontraban el uno al lado del otro. Dentro de estos también estaba el de la banda y el de los bailarines.

Era realmente amplio, como todos realmente, con su espejo con tocador, baño, carering, lo típico.

- Ana

- ¿Si? - giré mi cuerpo para encontrarme a un Armand apoyado sobre el marco de la puerta

- Espera aquí a que vengan todos ¿entendido? no quiero que te vayas a ningún otro lado - remarcó las tres ultimas palabras

- Si me estás insinuando que no vaya al camerino de Mimi...

- No te insinúo nada, te estoy diciendo directamente que no lo hagas

- No eres quien para decirme que debo o que no debo hacer Armand

- Mira Ana voy a ser muy claro contigo - se acercó lentamente - Por esa chica - señaló la pared que daba al camerino de Mimi - estuviste jodida muchísimo tiempo, casi te cuesta la carrera por irte con un subnormal que ni siquiera a venido a verte hoy porque vete tú a saber que esté haciendo - rodó los ojos - No pienso permitir que hundas todo lo que hemos construido por esa chica ottra vez porque no pienso perder más dinero por ti ¿entendido? Asique céntrate

Nuestro momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora