Capítulo 35

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El tema del carnet quería hablarlo con él cuando pasasen las fiestas pero andaba viendo autoescuelas cercanas comparando cual nos venía mejor por el precio, distancia y ofertas, mientras, había llegado nochevieja y algo arreglados ya que Álvaro no quiso comprarse nada nos dirigimos a Zaragoza que fue a la cuidad donde realicé mis estudios universitarios.

Quedamos en la plaza del Pilar donde allí se suelen disfrutar en compañía de las campanadas de media noche, al llegar a mis amigos uno de ellos nos entregó unos gorros de fiesta, otro las doce uvas, un tercero unas copas de plástico y un cuarto las llenó de champán. Hicimos las respectivas presentaciones y aprecié como los cuatro ya parecían perjudicados por el alcohol el que parecía más borracho comentó:

-Joder, Diego, cada vez te los buscas más jóvenes¿Quién va a ser el próximo un bebé?-Álvaro apretó su gesto,llevé un brazo a la cintura de Álvaro y repliqué:

-Como te pasas ¿Sientes envidia por que tu mujer cada día está más vieja y gorda?

-Venga, dejemos la fiesta en paz-Comentó poniéndose en medio uno de nuestros amigos al ver que nos empezábamos a poner serios.-Sergio, te has pasado pero Diego tu respuesta no se ha quedado atrás.-Alzando las manos declaro:-Vamos a dejarlo en un empate y se acabó esto ¿Me habéis entendido?

-Si es que hasta dudo que sea legal que Álvaro beba el champán.-comentó mirándole de arriba a abajo.

-Soy mayor de edad y me pregunto que te importa o que te molesta tanto.-replicó molesto.-¿Será envidia de verdad?-preguntó alzando la cabeza.

-¿Envidia de qué?-preguntó enfadado, entregó las uvas y su copa vacía a uno de nuestros colegas y para la sorpresa de todos agarró del cuello de mi camisa con fuerza y tirando hacia él preguntó serio:-¿Que le has contado?-Alzando mis manos declarando que no quería problemas respondí:

-Yo nada, Sergio, suéltame.

-¿Y qué le puede contar, Sergio?-preguntó con sorna el que nos separó.

-Nada.-respondió soltándome con un empujón.-Atentos que casi son las doce.-informó cogiendo sus uvas y mirando hacia el reloj.

Con cada campanada una uva acababa en mi boca aderezada con un deseo casi todos relacionados con Álvaro y alguno para mi madre, al llegara la campanada número 12 alzamos nuestras copas de champán exclamando todos a la vez "¡Feliz año nuevo!" Tras beber su copa de un trago Álvaro se colgó de mi para otorgarme un largo que beso, el primero del año, fue tan hermoso y agradable que no me importó perderme parte de los fuegos artificiales por ello. Abrazado a mi cuello y yo rodeando su cintura disfrutamos de las luces y colores de la pirotecnia lanzada al cielo rodeados de gritos de jolgorio y movimiento aleatorios de la gente, esos momentos hacían olvidarme de todos mis problemas y sobretodo de estar cada día más agradecido de haber conocido a Álvaro, de haberme llevado a casa a ese vagabundo que hacía malabares para poder comer.

Nos fuimos a una fiesta privada por la cual pagamos una entrada que con ella nos aseguraríamos estar en un lugar sin aglomeraciones pues deberían estar limitadas, las primeras dos horas fueron un agobio pero al paso de las horas el local se fue despejando. A pesar de lo que creía en un principio Álvaro parecía que se lo estaba pasando bien, me preocupaba pues había muchos factores en contra, el primer punto es que todos rondan mi edad y él se pondría sentir un poco pequeño en comparación con todos, además esa diferencia de edad hace que las conversaciones difieran mucho además que todos nos dedicamos a los mismo y el tema de veterinaria era casi obligado y aunque no menos importante con Álvaro pensaba que le podría aburrir la música pues poca o ninguna canción siquiera de rock menos aun de punk sonaría en el local, más bien se escucharon canciones comerciales y conocidas de pop, reguetón,... yo creo que se salvaba la noche po rlas canciones de electrónica, dubstep y trap que a Álvaro le parecían gustar incluso semejaba conocer algunas, además le habíamos conseguido un taburete que aunque se encontrase cada día mejor y se atreviese a ir solo con una muleta esa pierna necesitaba descansos a lo largo de la noche. La fiesta iba bien menos por Sergio que cada dos por tres lanzaba pullas a Álvaro o me las decía a mi, la verdad que al principio lo ignoré pero me estaba llegando a tocarlas narices y más que Álvaro ya me advertía que se estaba controlando por mi y por que es mi amigo, así que cuando Sergio dijo que iría al baño le seguí, al entrar estaban todos los urinarios ocupados por lo que vi la oportunidad de cruzarme de brazos y mirando hacia él preguntar serio:

Diego y el vagabundo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora