Capítulo 21

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Conducí cada vez más nervioso hasta la puerta del garaje, allí sobre una barra metálica había una pequeña caja como con un lector de códigos por donde pasé la tarjeta entregada por Álvaro, un pitido señaló la aprobación y la puerta se abrió mostrando un garaje solado y pintado de blanco y gris, en él en ese momento había cuatro coches: un mercedes, un ferrari y dos de gama baja más alejados de estos que por lo que me dijo Álvaro aseguré que serían coches de los sirvientes. Decidí aparcar al lado de estos últimos,con cinco coches aparcados, algunas bicis y armarios metálicos ese garaje diría que aún era capaz de albergar otros cinco más.

Álvaro me guió hasta un ascensor, no me lo esperaba dentro de una casa pero lo máximo que había visto son las viviendas de dos pisos adosadas y como es lógico un ascensor para eso no hace falta, aunque al darme cuenta que solo habíamos subido un piso pensé que no era necesario pero era un lujo más de esa mansión. Al abrirse la puerta del ascensor aparecimos como en un hall en el que nos recibió una mujer latina, aunque no sabría asegurar su nacionalidad, de mediana edad que iba ataviada con un uniforme azul de falda y camisa con mandil y cofia blancos.

-¡María!-gritó Álvaro contento al verla corriendo como podía hacia ella con las muletas.-¡Como me alegra verte!-declaró soltando una muleta sobre la pared y dándola un abrazo.

-Señorito Álvaro, me alegro de verlo.-Acogiendo el abrazo preguntó preocupada:-¿Pero qué le pasó?¿Se lastimó la pierna, señorito?

-Deja eso de "señorito" para cuando estén mis padres.-replicó concierta molestia.-Esto no es nada ya estoy prácticamente curado,mira.-comentó alzando la pierna en recuperación apoyándose en las muletas y moviéndola un poco.

-Los señores me avisaron de su visita así que preparé tamales.-informó con una sonrisa.

-¡Tamales!¡Qué ricos!-exclamó alegre relamiéndose.-Desde que salí de esta casa no lo he vuelto a probar.-Me miró preguntando:-¿Tú los has probado,Diego?

-No, no he tenido el placer.-respondí serio sin saber ni lo que eran admirando la altura de los techos y las obras de arte repartidas por la estancia.

-No se si nos dará tiempo pero si los pruebas ya te digo que son una delicia.-comentó alegre.

-Señorito Álvaro,-dijo cuando apareció ante nosotros un señor de media edad con cierto tono ingles, se inclinó haciendo una leve reverencia indicando,-bienvenido a casa.-El que me imaginaba que era el mayordomo vestía un chaqué impecable y en su rostro peinaba una perilla que el bigote aseguraría que estaba encerado, empezó a mirar a nuestro alrededor y tras eso preguntó extrañado:-Señorito Álvaro ¿No trae maleta?

-¿Para que la voy a traer si no me pienso quedar?-respondió Álvaro serio,le miraba de tal forma que estaba claro que no sentía el mismo aprecio por él que por la cocinera.-¿Y mis padres y Silvia,  Wylon?

-Se encuentran ocupados.-respondió y girándose con una indicación dijo:-¿Quieren esperarlos en el salón? Enseguida les aviso de su llegada.

-Está bien, sigamos el protocolo de mierda.-declaró Álvaro con desprecio.

-Veo que no abandona su lenguaje ordinario, señorito Álvaro.-comentó el mayordomo sin mirarle.

-Puedo tenerle aún peor ¿Quieres escucharlo?-propuso con cierto enfado cuando comenzamos nuestro caminar.

-Sabe que no lo digo por eso, señorito, es una pena que con su alta educación se reduzca a algo tan simple y vulgar.-replicó con un tono neutro y sin relajar su postura erguida

-Nadie te ha preguntado,Wylon, limítate a avisar a mi familia de mi llegada.-mandó serio.

-Como ordene, señorito.-Indicó parando el paso, hizo una pequeña reverencia ante Álvaro y se marchó , nada más hacerlo Álvaro aceleró el paso y empezó a farfullar molesto:

Diego y el vagabundo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora