XLII. Voltaire III

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Mis manos arden, fue difícil mentirle a mi médico pero si alguien se enterará la mejor opción para Gilbert sería el exilio.
A la mañana siguiente, me informaron que Voltaire se preparaba para marcharse, es normal después de lo que pasó, aunque no quería, tenía que despedirlo, me esperaba fuera, el carruaje estaba listo, se paro frente mio.

V- Me retiro ya su majestad.
F- Vol es/
V- No se preocupe su majestad, no le causare más inconvenientes y desde ahora dejaré de reclamar el apoyo real de Prusia.
F- pero eso no/
V- Gracias por su apoyo y amistad hasta ahora.

Simplemente no me dejo decir nada, se inclino y se dio la vuelta.

F - Voltaire

No se detuvo.

F- Arouet!

Se detuvo, se que todos los soldados nos están viendo pero no me importa, se que bajo su ropa hay vendajes, lo conozco lo suficiente para saber que está enojado pero no quiero que esto se acabe por Prusia además de que quiero evitar una guerra, me acerque hasta que nadie nos pueda escuchar.

F- Lo siento.
V- Yo también.
F- No fue tu culpa debí decirte antes.
V- lo se, fue mi culpa sobrevalorarte... Adiós Federico.

Solo vi su carruaje alejarse, eso dolió pero más la carta que dejó sobre mi escritorio.

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Diciembre de 1753*

Federico, lamento irme así pero es lo mejor.
Cometiste un error al preferir al fenómeno de tu ejercito que a mí, ese monstruo no te hará ningún bien, lo verás en el futuro pero al parecer yo también me equivoqué al ser tu amigo pensé que valorabas la compañía de personas cultas, tu lo eres pero tú corazón siempre tuvo predilección por los militares ¿No?

No diré nada de ayer, no quiero que Francia destruya el poco avance que haz realizado, suerte, no vuelvas a escribirme porque no responderé.

Un rey debería comportarse como tal y dejar a ese salvaje, olvida ya los tontos amoríos de jóvenes, Hans murió por tus tonterías ahora eres el rey deberías honrarlo siendo más consiente de tus acciones.

Adiós su majestad.

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Arrugue con odio esa carta ¿Cómo se atreve a decirme esas cosas? Después de todo lo que hice por el, le dejé acceder a la biblioteca más grande en Prusia, le di todos los fondos que solicitaba, le di voz en las decisiones que tomaba junto con mi corte, lo acepte en mi país y bajo mi protección ... Desde la primera de nuestras cartas me empezó a ayudar y yo a él, él fue el único fuera de mi familia que sabía de Hans, siempre me aconsejo ... Pero ahora... Tal vez ¿Si tiene razón respecto a Gilbert? Pero el no sabe quién es él aaa seguramente sus celos explotaron por el pueblo, si, ellos me quieren mucho y talvez Prusia sintió más celos al ... Se que no es por eso ... ¿Gilbert? ¿Dónde está?

Me pare, no quiero pensar en las palabras de Voltaire, duelen, en Hans , solo quiero ver a Gilbert, quiero estar con él, seguramente está preocupado y hará alguna tontería por lo que hizo.

Salí de mi despacho, empecé a buscarlo pero nada, cada habitación vacía, la de sus diarios, su habitación, los soldados estaban haciendo otras cosas, nadie me podía decir donde estaba, mire al cielo en busca de Gilbird pero tampoco estaba, se había ido como antes.

No podía despejar mi mente así que fui a ver a mi pequeños perritos, solo quería distraerme, los saque a jugar al jardín, Sirius y Satio habían crecido bastante pero seguían siendo los mismos, me dolía la pierna y las manos así que me recosté en el pasto húmedo por la nieve, estaba tranquilo hasta que Sirius se lanzo sobre de mi para lamer mis vendajes mientras que Satio solo olía mi cabello curioso, los deje siempre me sube el ánimo estar con ellos pero hoy es algo difícil.

A tú ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora