XLVI. Batalla de Lobositz

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Después de lidiar con su hermano, mi ejercito se dividió en tres columnas , Prusia y yo hubiéramos querido permanecer más tiempo juntos pero Sajonia se veía decidido a resistirse el mayor tiempo posible además fue a pedirle ayuda a Teresa sabiendo que no podría contra nosotros por mucho tiempo mientras tanto Prusia los estaba matando de hambre con tal de que se nos unieran, yo no quería presenciar eso a veces Gilbert tiene sus momentos de sadismo, no estuvo muy feliz al escuchar que me dirigiría hacía el río Elba donde seguramente los austriacos ya venían para ayudar a Sajona, tenía que evitar eso, se calmo después de ver la cantidad de hombres que llevaba además Gilbird vino conmigo, ya estábamos acostumbrados a las formalidades pero nunca es fácil irse y solo desearse suerte además de darle ordenes.

G- Suerte su majestad, sea precavido por favor.

F- Gracias Mariscal, asegure se de tener estas tropas listas para mi antes de que mueran de inanición.

G- Si su majestad.

F- Lo espero a usted y a los refuerzos.

Y así partí con 29 000 hombres a mi espalda de los cuales 18 250 eran de infantería, 10 500 hábiles jinetes que llevaban 99 cañones con 47 de gran calibre, algunos de mis soldados se veían nerviosos por mi pierna muchos de ellos no estaban al tanto de ella, no quiero que malos rumos se esparzan y no me dejen moverme con libertad por miedos tontos así que le aclaré a los generales que solo era un pequeña e insignificante cuestión medica de la cual no se debían preocupar, es cierto puedo moverme perfectamente sin bastón aunque a veces sienta algo de debilidad en la pierna pero soy un rey y demostrar eso no sería nada digno, así que ordene que les dijeran discretamente a los soldados que todo estaba bien, no quiero preocupar a nadie innecesariamente . Cuando la primera información llego a mi comprobó mis sospechas los austriacos venían a dar su apoyo, no creo que sean demasiados por un simple refuerzo pero nunca hay que subestimar al oponente aunque... son austriacos. Llegamos de noche a las cercanías del río, avanzamos silenciosamente desde el valle Velemin entre dos montañas llamadas Lobosch y Homolka, a la media noche la situación se volvió confusa, uno de los soldados que envié a patrullar me digo que los soldados austriacos se estaban retirando mientras que otro me digo que ya venían de camino y para terminar de hacer la decisión más difícil Gilbird (en lo que logre comprender lo y gracias a picotearme, jalarme y agitar sus alas) parecía decir que estaban rodeándonos, de inmediato ordene la retirada por lo que antes de que el sol saliera ya nos encontrábamos unos kilómetros atrás, cuando amaneció todo el valle estaba cubierto de niebla y seguía sin saber si los austriacos estaban detrás de ella o al menos cuantos, subí el Homolka, logré ver a la caballería e infantería esperando del otro lado de la montaña, teníamos que actuar.

Mande a que empezara el bombardeo hacía la caballería asegurando las bajas mientras que la mitad de mis hombres se adentraban a la niebla pero tan pronto entramos ordene la retirada, era imposible ver dentro de ella, lo único que veía eran los cuerpos de mis soldados caer sin saber de donde vino el disparo, al retroceder decidí que pasaríamos sobre la caballería que ya estaba debilitada además de que era el lugar más visible en la zona ... espero que ellos estén igual que nosotros, fue fácil acabar con la pequeña caballería que quedaba peor por otro lado mi artillería no lograba avanzar ni un poco, retrocedían 2 metros y avanzaban uno, ahora tengo un general muerto con 10 000 de infantería sin nadie que los dirija aunque no lo necesitan, saben muy bien que hacer, estábamos divididos en dos, la caballería a la izquierda y la infantería al centro de las dos montañas, pasaron unos cuantos momentos de angustia en los que escuchaba a Gilbird sobre la niebla piando lo más fuerte que podía para que lograra escucharlo entre los cañones y los gritos hasta que lo logre ver, la niebla estaba dispersándose, el sol empezó a filtrarse por todos lados, al fin pude ver al enemigo, si gilbert estuviera aquí se sorprendería por la sonrisa en mi rostro, gilbird se poso sobre mi hombro cuando grite la orden de atacar Lobositz y reagruparse.

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