XLVII. Preludio

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Pasamos el invierno en Sajona, algunos soldados trataron de escapar pero la mayoría preferían quedarse que ser asesinados al tratar de huir o terminar muriendo en la nieve, Gilbird se paso el invierno dentro de mi cama y cuando era obligado a salir piaba hasta que lo dejáramos entrar en nuestras ropas, Prusia empezó a adiestrar a los sajones en nuestra formación para que no causaran retrasos tontos en las batalla y yo estuve atento a las noticias del exterior, al parecer los austriacos también tomaron el invierno como una oportunidad para decidir la manera de atacar pero los ruso ya estaban de su lado, claro la zarina me detesta tanto como yo a ella pero aliarse con los austriacos es muy bajo, mientras que Inglaterra estaba atacando por todos los frentes a Francia con tal de quitarle el poder de su colonia al norte de el nuevo continente ... tan pronto lo descubrieron, tan pronto se lo dividieron entre las grandes potencias... no creo que pueda ordenarle a Prusia conquistar como el resto, con la pequeña expansión esta bien, si, seremos la potencia del este de Europa no necesitamos más. 

Y así dio inicio el año 1757, todos fueron muy agradables conmigo en mi cumpleaños por las condiciones no tuve grandes regalos pero estar con mis tropas fue suficiente además Prusia me regaló un chocolate muy especial parecía extranjero y sabía delicioso, no se cómo lo consiguió pero realmente fue un buen regalo, hicieron una gran fiesta en mi honor y mis hermanos que son parte del ejercito estuvieron presentes aunque no pudimos evitar el tema de la guerra de la cual solo habíamos visto el inicio, toda la fría fortaleza se lleno de vida en enero, no solo por mi cumpleaños sino también por el de Prusia, las tropas aunque le temieran también lo admiraban bastante así que al contrario que conmigo se llevo la celebración a otro nivel, claro que conmigo en la fortaleza tenían que consultarmelo.

- Su majestad, con todo respeto estamos frente a usted con la intención de pedir su permiso para  festejar al mariscal Beilschmid por su cumpleaños, claro si usted lo permite. 

F- No creo que sea prudente de mi parte acceder a su petición soldado ademas el mariscal Beilschmid debería estar satisfecho solo con una pequeña mención de mi parte ¿No es asì mariscal?

G- Si, su majestad, servirle es mi mayor logro y mi única recompensa. 

Los soldados levantaron un poco la cabeza para ver a su mariscal, je no se lo diré pero me gusta cuando actúa de esa manera sumisa, ya que la mayor parte de el tiempo es incontrolable y libre. Pensé que con eso daba por concluida la conversación pero parece que no solo mis soldados quieren festejar a Gilbert, uno de mis otros mariscales, Bevern, interfirió a su favor. 

B- Su majestad, se que la situación en la que nos encontramos podría cambiar drásticamente con mucha facilidad sin embargo con este clima, es poco probable un ataque sorpresa ademas considero que el joven Beilschmid merece una pequeña celebración antes de la verdadera guerra ya que después no abra oportunidad. 

Sabia que eran amigos pero no pensé que a este extremo, al parecer me he perdido de la vida de Gilbert  lejos de mi, iba a negarlo de nuevo pero alguien más intervino, alguien que sabía que era uno de los "preferidos del rey".

K- Se lo suplicamos su majestad, no solo es una celebración a un muy buen soldado sino que también es un descanso para las tropas, el frio es fuerte y los nervios por un ataque estan presentes en las tropas, como menciona mi compañero Bevern es muy poco probable un ataque y si eso es lo que preocupa su corazón, le ofrezco que los demás mariscales junto con una tropa considerable montemos la guardia mientras que el mariscal Beilschmid y sus hombres festejan. 

Ese es Kurt von Schwerin, el mariscal que me salvo de mi horrible error en Mollwitz, desde ese entonces lo he mantenido cerca, confío mucho en el y en su capacidad tanto que lo deje a cargo del ejercito en Berlín, Prusia y el son rivales pero a mi me agrada, vi a todos pero cuando Gilbert me dirigió esa mirada suplicante no pude negarme más.

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