Capítulo 27 Derek.

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Tenía frente a mí a cuatro hombres armados hasta los dientes y apuntándome.

-Oh. El equipo A. –Me burle. -¿No había uno negro?

En respuesta uno de ellos me golpeó con la culata de su arma en la cara. Le gruñí o más bien rugí. Él mismo capull0 me propinó una patada en las costillas. Me tiré a él como una bestia, sacando las garras y agarrándole el cuello le enseñé los dientes antes de intentar arrancarle la cabeza de cuajo ¡Pum! Una de las armas se había disparado contra mi pierna la cual se me dobló al instante provocando que dejase libre al tipo que tenía entre las manos. Los cuatro me apuntaron con sus armas cuando yo aún seguía de rodillas. ¿Por qué narices habré salido a correr?  Yo no soy un tipo fácil.

Estiré la pierna buena y con giro les golpeé en la espinilla haciendo que dos de ellos cayeran. Me tiré hacia los otros dos y cuando tenía a ambos a tiro sentí algo que me atravesó desde la espalda hasta el pecho dándome un dolor insoportable y haciéndome echar gran parte de mi sangre por la boca. Caí de nuevo pero esta vez ya era demasiado, no estaba seguro de cuando me iba a abandonar este dolor y menos si el capull0 que me apuñalaba no dejaba de mover la afilada hoja de la catana dentro de mí. Me estaba jodiendo vivo.

-¿Ya estás más tranquilito? –Me preguntó uno de ellos arrodillándose frente a mí.

Le di la mejor respuesta que se me ocurrió en el momento. Un escupitajo de sangre en su asqueroso careto.

-Sigue queriendo jugar –Dijo otro de ellos acercándose a mí para después meterme otro culatazo en la cara.

Cerré los ojos y simplemente lo acepté.

Si vinieron a acabar conmigo no quedaba mucho.  No podía verme la cara pero apuesto lo que sea a que la tenía llena de sangre, amoratada y seguramente desfigurada. Además tenía gran parte del pecho abierto al igual que la espalda, ambos atravesados por la maldita catana, y a eso había que sumarle la bala que aún tenía incrustada en la rodilla y una nueva raja que me hizo el jefazo con una navaja en la tripa. No sé cuánto más podría aguantar.

-¿Eso es lo mejor que tienes? –Le reté con la poca voz que pude sacar.

Fue a golpearme de nuevo pero uno de ellos le paró.

-Solo hemos venido a negociar –dijo él.

-No se os da nada bien –Me quejé.

-¿Te suena de algo el nombre de Shelby?

Le enseñé los dientes.

-Parece que si le suena –Dijo el de la catana que la giró por última vez y la sacó.

Cogí aire y me agarré el pecho.

-Será mejor que vengas con nosotros.

-Prefiero que me matéis –Contesté desafiante.

Uno de ellos rio.

-Buena idea –Dijo el que me había estado a punto de pegarme anteriormente apuntándome con su pistola en la frente.

Otro de ellos que supuse que era el que mandaba le cogió el arma y le dio con ella en la cabeza.

-Cogimos a Shelby  en la puerta de casa de su amiguita Ángela así que tú decides si vienes con nosotros y la salvas la vida o si no lo haces y nosotros acabamos con ella.

-Iré. –Uno de ellos me  levantó y tiró de mí. Me dejé llevar. 

Grenade (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora