43: "Estaremos bien"

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R A  C H E L

Despedí a Cheryl con un abrazo pequeño y cerré la puerta.

Me había entregado mi uniforme de porrista, el que alguna vez fue suyo. Ya se le notaba la barriga y su madre había comenzado a sospechar que algo ocurría porque su hija siempre cuidaba su barriga.

Me daba pena saber que tenía que hacer esto sola, a menos que Liam tome las riendas de la situación. De todos modos, ella no creía que sus padres fueran a apoyarla.

Dejando eso de lado, navidad era en diez días, y ya quería que vuelvan mis abuelos, mi tía y Sam. Los cuatro se habían ido a casa hace unos días, y los extrañaba.

Las prácticas de las porristas son mañana, y el próximo fin de semana es el partido. No creí que sería tan pronto, a decir verdad.

Estoy nerviosa, porque esto es algo nuevo para mí y que creí que jamás haría.

Decido probarme mi atuendo, por lo que subo a mi habitación, al mismo tiempo que escucho el timbre, pero lo ignoro debido a que Ian abrirá. Con emoción, me desvisto y me coloco el uniforme. Me hago una coleta alta y sonrío, satisfecha.

La puerta de mi habitación suena.

–¡Adelante! –grito con entusiasmo.

La puerta se abre y me doy la vuelta, llevándome una sorpresa al ver a Nate, el cual me mira boquiabierto.

–Hola...

–¡Hola! –respondo–. Y... ¿Qué tal me queda? –señalo el uniforme con una sonrisa de oreja a oreja.

–Podría verte con él todo el dia –parece hipnotizado, lo cual me da mucha gracia.

–Gracias, Nathaniel –le guiño un ojo–. ¿Para qué me buscabas?

Él comenzó a caminar por mi habitación, distraído, tocando algunas cosas de las cómodas.

–Yo sólo... Quería verte –frena frente a mí y eleva su mano a la altura de mi cara, suavemente la apoya en mi mejilla y me acaricia. Cierro los ojos ante el tacto.

No sabía cómo decirle que ya lo decidí, y que no es él.

–Nate... –pronuncié su nombre, bajo.

–No, ya lo sé –abrí los ojos y analicé su rostro‐. Por favor, no lo digas, no ahora.

Sus ojos estaban llorosos.

–No quiero que sufras por mí... Así es que...

–¡No! Te suplico que no lo hagas ahora, Rachel. Sé que no soy Josh, y jamás lo seré, pero no me hagas sentir así ahora.

Yo también quería llorar, porque él me gustaba, y no quería que llore por mí.

–Te quiero –susurra–. En serio lo hago, más que a cualquier otra cosa.

Me mordí la mejilla, tratando de no soltar un gemido.

–Creo que deberías irte...

Lo empujé gentilmente, y él se limpió las lágrimas.

–Adiós, nos vemos en las prácticas –asentí, con una pequeña sonrisa.

Se alejó con duda, esperando a que lo detenga, pero no sucedió. Entendió que no iba a pedirle que se quede.

Tomé mi celular y entré al chat de Josh, quería que nos veamos. Tenía que decirle.

Le pedí si podíamos vernos hoy, y respondió al instante.

Algo Grandioso (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora