L E S L I E
Caminé dentro del hospital, con decisión. Pregunté a la recepcionista por la doctora Miller, y me la señaló con su mano. Al verla, fui hasta ella y le toqué el hombro, causando que se volteara.
–Leslie –parecía sorprendida por mi presencia, incluso miró a sus costados, alerta.
–Señora Miller, siento molestarla, pero tengo que hablar con usted –me lamenté.
–¿Sobre qué? –noté que trataba de evadir la conversación, pero no la dejaría.
–Lucas, quiero saber qué le pasa –fui directo al grano–. Lo llamo y no responde, no hay nadie en su casa.
Sé que mi plan era mantenerme despierta toda la noche en busca de la aparición de algún familiar de Lucas, pero cambió cuando me di cuenta de que quizás los molestaría.
–Tal vez se fueron de vacaciones –comenzó a alejarse, yo la seguí.
–Creo que usted sabe algo que yo no, y me siento desesperada, señora Miller –ella frenó y me miró con pena.
–Prometí no decir nada, cielo. Cómo lo siento... –no me gustaba el tono que usó.
–Se lo suplico, él es muy importante para mí, y me estoy desesperando –eso le dió a entender que no me rendiría.
–Ven conmigo –como pidió, lo hice. La seguí por un pasillo que nos condujo a una habitación.
No sé qué era lo que me mostraría, pero tenía miedo.
Una vez adentro, mi corazón se rompió al ver esa escena. ¿Qué...?
Lucas, al verme, se alarmó y comenzó a moverse desesperadamente.
–¡Doctora! ¿Qué hace ella aquí? Le dije que no le diga nada –a él se le quebró la voz.
–Lucas, tranquilo, ella quiere verte, está preocupada –yo di un paso adelante, pero Lucas negó.
–¡No! ¡Vete! –sin hacerle caso, fui decidida hasta él y lo rodeé con mi brazos, a pesar de que él hizo forcejeo.
Verlo en esa camilla, conectado en una máquina, pálido y con bolsas en los ojos... Débil. Me partía el corazón.
–¡Suéltame! –dijo ya llorando, pero esta vez no luchó.
–No me iré, Lucas, no iré a ningún lado –al escuchar eso, él devolvió el abrazo y lloró sobre mi pecho.
La doctora nos dio nuestra privacidad y se fue.
–Tengo miedo, Les –asentí.
–Lo sé, Lucas, lo sé –no sabía qué era lo que tenía, pero sabía que, al fin y al cabo, era una enfermedad, y que la razón para su histeria era que ésta estaba avanzada.
Nos separamos luego de unos minutos.
–¿Por qué no me dijiste?
–No quiero ser una carga para tí, no quiero atarte a mí, siendo un caso perdido –negué rápidamente.
–¿Qué tienes? –me animé a preguntar.
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Algo Grandioso (SIN EDITAR)
RomanceRachel Miller; una romántica sin remedio, que jamás había besado a alguien y buscaba un amor de libro. Jamás imaginó que tendría uno de esos amores tan pronto, ni que serían dos. Nate; el prohibido mejor amigo de su hermano, y Josh; el hermanastro d...