🎶El pétalo de una camélia.🎶

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SASUKE

La vi marcharse y en mi interior un sentimiento amargo de estaba formando incomodándome. La habían encadenado como si fuera una esclava.

Aún así, Sakura sonrió tratando de aliviarme. Diciendo mediante su mirada jade que confiara en ella. Cuando ella dejó de observarme mi estático semblante se tiñó con molestia. Decidí que haría lo imposible para que volviera junto a los niños.

Traté de recopilar información en la aldea, pero no encontré nada en especial. Aquel clan era nuevo y parecía el invento de fanáticos, no obstante no podíamos arriesgarnos. Habían rehenes de por medio.

La anciana, la cual se hacía llamar Ao, seguía bebiendo su té mientras me inspeccionaba con intriga.

-Te ves inquieto, jovencito-comentó.

La noche había caído de forma repentina. No vi ninguna estrella en el cielo mientras recopilaba información, todos estaban tensos y temerosos.

De hecho, ahora estaba en el restaurante de la anciana mientras comía una cena barata.

-Hmp...

Quería evitar conversaciones innecesarias. Y esta en concreto no me brindaba una forma de ayudar a Sakura.

-Eres de pocas palabras ¿verdad, muchacho?

Asentí esperando que con aquello terminara la charla.

-La médico debe haberla pasado mal tratando de adivinar lo que pensabas...

Por primera vez la miré directamente. Su rostro arrugado reflejaba tristeza y sabiduría por los años que había vivido.

-Ahora parece que se entienden a la perfección. La juventud no me suele sorprender, al menos no como ustedes lo hacen.

-¿Nosotros?

-No es muy común ver ninjas por aquí y menos una pareja. Ciertamente, la ultima ninja a la que vi fue mi hija...

-¿Su hija era ninja de Konoha?

Esa información podría ser de gran importancia, así que presté atención a cada detalle de esa historia.

-Se llamaba Karui-empezó a contar- De algún modo me recuerda a esa ninja médico. Ella seguía fielmente a su esposo hasta que fue asesinada a sangre fría, cuando vino a ayudarnos esa noche.

Los ojos de la anciana se cristalizaron, pero no lloró. Supuse que no quería mostrarse débil ante mí de nuevo.

-¿Vino aquí por una misión?- pregunté.

-No, ella huyó de Konoha por influencia de su esposo. Se convirtió en una ninja desertora.

Desertora. Clasificación que tenía cuando huí de la aldea de la hoja. Cuando mi mente estaba llena de deseos de poder.

-¿Alguna vez conoció a su esposo?

Había notado que la anciana sonaba molesta al contarme aquello. Parecía resentida como si ese odio fuera actual y doloroso.

-Claro que lo conocí-contestó mientras apretaba sus puños debajo de la mesa- La mató frente a mi ojos. Fue Ryu Fujimoto.

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SAKURA

La prisión era espantosa y polvorienta. En los pasillos estaban niños de todas las edades desde los 6 hasta los 14 aproximadamente.

Mi corazón se apretujó en mi pecho al ver sus expresiones de desesperanza. Tenían varias heridas en las manos, además de cortes por todo el cuerpo. Sus vestimentas eran viejas y desgastadas.

No tuve tiempo de analizar más. Nos dirigimos a una sala gris, donde nos quitaron las cadenas. Tenía marcas en las muñecas, luego me encargaría de ello.

-Desde hoy servirán al clan Fujimoto. Su tarea es simple, traten de salvar a los que puedan y cuidar a los bebés.-proclamó uno de los subordinados de Ryu con sorna- Y los que no pueden curarse serán deshechados. Las curanderas vienen a tratar enfermos, no a llorar en sus entierros.

Apreté mis puños con impotencia. No podía actuar aun, sin embargo me moría por hacer algo. Mi garganta pareció cerrarse de puro enojo contenido.

-Eso es todo, señoritas.-finalizó otro subordinado- Pronto las guiarán a sus consultorios.

La noche llegó después de una eternidad. Me acomodé en el frío suelo del pequeño consultorio. No había sillas y menos una cama.

Por una franja de mi celda vi el firmamento sin constelaciones. Mis recuerdos me llevaron irremediablemente hacia Sasuke Uchiha.

Me pregunté que plan estaría analizando. También, recordé el contacto que me regaló la última vez.

Toqué mis labios y me sonrojé. Quizás fueron unos segundos, pero fueron preciosos.

Sasuke no era cariñoso ni demostrativo, no obstante no hacía falta para entendernos. Esa vez fue así.

Tenía frío y temblaba un poco, pero eso no destruiría mi espíritu. Desde ahora investigaré los planos de este lugar.

Un aleteo me sacó de mis pensamientos y en la pequeña rendija noté al halcón de Sasuke. En su pata llevaba un mensaje, me levanté y tomé el papel.

El animal se fue dando fuertes aleteos perdiéndose en el frondoso bosque.

Abrí el mensaje. El sonido de un jutsu me alertó, sin embargo sonreí al ver un pétalo en mi mano. El pétalo de una camélia.

Caí de rodillas y apreté el delicado pétalo en mi pecho, tratando de que ese gesto me acercara a Sasuke.

Unos momentos después leí el mensaje.

Ryu Fujimoto había matado a su esposa.

La información me desorientó unos instantes. Por que recordé el nombre de aquella mujer.

Karui Hamasaki, la ninja médico que desertó. La mujer que había salvado vidas en el centro de niños que yo creé.









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