🎶Despierta, Sakura🎶

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SASUKE

Todo estaba destruido.

No había nadie a quien salvar. Ni un solo niño, ni un adulto.

Takeshi Fujimoto mató a todos.

La sangre era fresca, supuse que la masacre era reciente. Las casas estaban destruidas, todas quemadas. El fuego había sido implacable, apenas y encontramos cenizas. Los aldeanos tenían restos de cortes de kunai y espadas.

La muerte sacudió por completo antes de nuestra llegada.

Sakura, quien estaba a mi lado, rechinaba los dientes con enojo y frustración y sin poder aguantarlo más su puño impactó el suelo resquebrajándolo.

-¡Maldición!-gritó llena de impotencia.

No había nada que pudiera hacer por estas personas. Estaban muertas y posiblemente sus almas se habían ido llenas de odio y dolor.

Mi compañera siguió golpeando el suelo, mientras lágrimas de enojo decoraban sus mejillas. Posé mi mano en su hombro, indicándole que tenía que parar.

La misión seguía adelante. Destruir a Takeshi Fujimoto.

Sus manos temblaban, pero ella se puso de pie y lanzó un sonoro suspiro. Aguantando las inmensas ganas de llorar, Sakura tomó una vieja pala y empezó a cavar al lado de la villa.

-Tienen que descansar al menos-susurró refiriéndose a los niños y adultos fallecidos.

También tomé una pala y entre ambos logramos hacer los agujeros. La noche se había impuesto y ya tocaba la parte más difícil. Enterrar los cuerpos.

Entre las cenizas y polvo, decidimos enterrar primero a los más pequeños: los bebés.

Conté unos diez. Con sus ojos cerrados y bañados en sangre. No habían tenido la oportunidad de vivir si quiera. Los enterré sintiendo un gran peso en mi pecho, recordando mi pasado.

Por que yo también fui parte de una masacre igual. Esta vez, los seres que no abrieron los ojos perderían para siempre la oportunidad de vivir.

Sakura derramó lágrimas silenciosas cuando enterró a los niños de 6 a 10 años. Ella mejor que nadie conocía la mente de esos niños. Convivió con pequeños de esa edad, no podía imaginar el dolor que le producía enterrarlos.

Luego, nos encargamos de los adultos. Algunos murieron protegiendo a los bebés. Otros abrazaban a sus familiares y habían amantes protegiéndose a pesar de que la muerte ya había llegado.

Al final, nos quedamos en aquella villa por tres días. En medio de entierros y flores que poníamos en sus tumbas. No encontramos ningún sobreviviente en ese lapso de tiempo.

De nuevo la oscura noche iluminó el bosque, mientras acampábamos al aire libre. La fogata nos proporcionaba calor y el ambiente era silencioso.

La peli rosa ya se había acostado, pero yo veía la luna en un absoluto silencio. Ni siquiera era capaz de escuchar mi respiración. Mañana iríamos en busca de Takeshi Fujimoto.

Sin información, iba ser difícil. Además, el tipo estaba demasiado oculto. No lo podíamos detectar, posiblemente nos tomara unos meses llegar a él.

Mis pensamientos hubieran seguido de no ser por los pequeños quejidos de mi compañera. Sollozaba tristemente y rápidamente intenté despertarla.

-Despierta, Sakura-llamé sacudiendo ligeramente su hombro.

Ella se levantó de golpe y me envolvió en un fuerte abrazo. Con mi único brazo intenté calmarla acariciando levemente su espalda.

No había nada que podía decir. La verdad era que la situación era demasiada sombría, aquel pueblo nos había traído recuerdos tormentosos.

Mientras ella se aferraba a mí, yo también lo hice.

Me permití por primera vez dejarme consolar en sus brazos, mientras una única lágrima caía por mi rostro.

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Nota de la autora: Momento triste, queridos lectores... ¡Espero que sigan leyendo!

¡Hasta la próxima, lectores!

Te veré la próxima vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora