🎶Estoy orgulloso de ser tuyo.🎶

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SASUKE

Sus puños sangrientos se aferraban temblorosas sobre mi capa oscura. Mi mano derecha se mantenía sobre su cuello sin saber que hacer exactamente.

Las quimeras habían dejado de moverse como un robot sin energía. Lentamente sus cuerpos iban cayendo con sus movimientos mecánicos. Sus ojos, antes dorados, ahora son blancos y vacíos tenían la mirada de un ser muerto sin alma.

Se podía ver una montaña de quimeras amontonadas al lado del cuerpo de Kaito Fujimoto. Desde donde estaba vi su cabello azul y un gran charco de sangre escarlata se filtraba por el suelo. Tierra y sangre.

El olor se trasladaba de un lugar al otro dejando la muerte en el aire, tan perceptible que parecía un objeto golpeándote. Abrumador y doloroso.

—Sasuke...

Tragué dolorosamente con un sentimiento amargo en la garganta. Miré al frente encontrándome con los ojos azules de Naruto.

Él se veía terrible. Su expresión decía como se sentía y sus puños se mantenían cerrados con impotencia.

Pero a pesar de toda la ira que se alojaba en su interior, Naruto Uzumaki no dejaría de lado a su esposa. Ellos se mantenían juntos, hombro con hombro, mientras la mano de Hinata acunaba gentilmente el puño cerrado del rubio.

Deslizé mi brazo por la nuca de Sakura, abrazándola por que sabía cuanto lo necesitaba en ese momento. Consuelo por ver el dolor de otra persona y no poder hacer nada al respecto.

—Naruto, Hinata, no creo que pueda hablar ahora. Lo siento.—expresé, mi voz sonó ronca y grave. No sé si por el conjunto de sentimientos que atormentaban mi mente.

El rubio apretó los labios sin saber que decir. Al final, relajó su gesto y entralezó sus dedos con los de su esposa. Él suspiró, vio fijamente el cabello rosa de mi prometida y luego a mí. Asintió sin decir nada más y se alejó en silencio junto a Hinata, mientras ambos sujetaban la mano del otro como una cadena que los unía y reconfortaba.

Lo que dije sonó tan sincero que tuve miedo. No tenía el valor para contar sobre Takeshi o Kaito. Me sentía tan débil que mi brazo alrededor de Sakura tembló sin que pudiera evitarlo.

Ella alzó la mirada y sus ojos verdes me miraban firmes y tristes. Las lágrimas dejaron sus huellas sobre sus pómulos y mejillas, quise recorrer mis dedos sobre su rostro para tranquilizarla. Darle un poco de paz.

—Debemos irnos ¿verdad?

No esperé aquella pregunta y no sabía cómo responderla. En realidad, no tenía la capacidad de decir nada en ese instante.

—Sasuke, busquemos refugio pronto lloverá.—dijo ella, al notar mi estado una de sus manos acarició mi brazo y continuó:—Luego podemos volver a casa.

No sé cuánto tiempo nos miramos. Si fue minutos o horas, realmente no lo sé.  Pero cuando nos fuimos tanto el cuerpo de Takeshi y Kaito Fujimoto no estaban en el bosque solo quedaban las quimeras con su carne pudriéndose. Supuse que Naruto se había encargado y que pronto un grupo de ninjas también vendrían a limpiar el lugar.

La lluvia iba cayendo encima de nosotros cuando encontramos una pequeña cueva. Entramos exhaustos y con suspiros tembloros. Guardamos silencio mientras encendíamos una pequeña fogata.

Las chispas naranjas saltaban encima de la leña cuando nos besamos. La sostuve firmemente en mi regazo. Sus labios estaban salados, pues sus finas lágrimas habían terminado allí. Mi corazón martilleaba fuertemente dentro de mi pecho, con amargura y una pasión que nunca antes había sentido.

Quise olvidar en ese beso, ella también lo quería así y lo sentí cuando sus manos retiraron mi capa. Lo confirmé cuando sus dedos sostuvieron con fuerza mi abrigo. El deseo de olvidar el dolor. Nuestro propio anhelo.

Mi mano recorrió su espalda hasta llegar a su cabello levemente mojado. Nuestros labios se rozaban una y otra vez, junto con las nuevas sensaciones. La frialdad abandonó mi cuerpo y dio paso a una oleada de ardor intenso. Era diferente al calor en medio de una batalla, aquello era la pasión que solo dos amantes podían sentir.

Me permití besarla con firmeza sin delicadeza porque así me sentía. Roto y triste, igual que ella. Impotente.

Cuando mi mano recorrió su clavícula sentí su pulso fuerte y acelerado. Recién en ese momento me di cuenta que debía parar. Si continuaba iba ir por un camino que no conocía y que debía llegar por amor no por dolor y sufrimiento.

Así alejé mis labios y besé su mejilla y mentón en compensación. No podía hacerlo aunque quisiera. No le haría eso a ella, merecía más que un borrón de pasión y tristeza.

Ella aún se mantenía en mi regazo. Su mirada estaba oscurecida y atormentada, preguntándose igual que yo porque nos habíamos detenido si tanto lo deseábamos.

Aclaré mis ideas y junté mi frente a la de ella, vibrando en deseo y anhelo.

—No entiendo.—susurró Sakura recuperando la respiración lentamente.

Sé a lo que se refería. Me detuve y recordé la razón al escuchar su voz suave y dulce.

—Estamos enojados y tristes, Sakura.—expliqué sosteniendo su nuca— Mereces más y quiero dártelo todo en el momento correcto. Sé que no suelo hablar muy bien ni soy expresivo... También soy consciente que eres más de lo que merezco y que eres y serás siempre mejor que yo, así que al menos quiero hacer esto bien...

—No se trata de merecer algo, cariño. No hay razones en cuanto al amor. Entiendo lo que quieres decirme, lo acepto y esperaré hasta que la amargura en mi corazón haya desaparecido y solo quede todo el amor que te tengo.

—Estoy orgulloso de ser tuyo.—confesé sobre su oído antes de besar brevemente su cuello y luego sus labios.

Ambos nos sentíamos cansados por la tormenta de acontecimientos de aquel día. Habíamos visto la muerte de frente y luchamos para que no nos llevara.

Mientras ambos dormíamos junto al calor de la fogata con su cuerpo al lado del mío, Sakura despertó en varias ocasiones en medio de una pesadilla. Reafirmando el hecho de que estábamos llenos de aflicción.

Después jugué con su mechón rosa toda la noche sin poder dormir. Sus párpados ocultaban los ojos verdes que me daban un poco de paz. A veces recorría sus pómulos limpiando sus lágrimas mientras me tragaba las mías. Siempre en silencio.




Te veré la próxima vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora